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Mostrando entradas de octubre 6, 2024

Los cinco minutos del Espíritu Santo

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Uno de los símbolos del Espíritu Santo es la unción con aceite. En el Antiguo Testamento los reyes eran ungidos, para que supieran gobernar y para que tuvieran la fuerza necesaria para poder cumplir con su misión. Se creía que, junto con el aceite que se derramaba, descendía el Espíritu divino (1 Samuel 9; Sal 2,6). También los sacerdotes eran ungidos en su consagración (Éxodo 28,41; 29,7), y a veces los profetas (1 Reyes 19,15-16). Jesús mismo, cuando inicia su misión pública, aplica a esa misión el anuncio de Isaías: " El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para llevar la buena noticia a los pobres " (Lucas 4,18). Esta unción no significa sólo que somos elegidos, sino que somos capacitados para cumplir la misión que Dios nos da en esta vida. Por eso, también en el Bautismo y en la Confirmación nosotros somos ungidos. Esta unción con aceite es un símbolo de esa consagración que nos capacita, porque en la antigüedad se utilizaba el aceite para frotar a lo

VIGESIMOSÉPTIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

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  Evangelio según san Marcos 10, 2-16 En aquel tiempo, acercándose unos fariseos, preguntaban a Jesús para ponerlo a prueba: “¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?”. Él les replicó: “¿Qué les ha mandado Moisés?”. Contestaron: “Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla”. Jesús les dijo: “Por la dureza de su corazón dejó escrito Moisés este precepto. Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”. En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: “Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio”. Acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: “Dejen que