Los cinco minutos del Espíritu Santo
El Espíritu Santo limpia, purifica, destruye todo lo manchado y se lleva nuestras basuras. Por eso es agua que lava, viento que arrasa y fuego que quema: " Cuando lave el Señor la suciedad de las mujeres de Sión y friegue la sangre dentro de Jerusalén, con un viento justiciero, con un soplo abrasador " (Isaías 4,4). Cuando nos sentimos sucios por dentro, por nuestras infidelidades, egoísmos o malas acciones, invoquemos al Espíritu Santo para que queme todo eso con su fuego y lo destruya para siempre: " Será fuego de fundidor, jabón de lavandero " (Malaquías 3,2). Ya en el Bautismo nos bañó, y vuelve a hacerlo cada vez que volvemos a él sinceramente arrepentidos: " Nos salvó con el baño del nuevo nacimiento y la renovación por el Espíritu Santo " (Tito 3,5). Veamos cómo lo expresaba San León Magno: " Un pueblo que se consagra al cielo nace aquí de semilla fecunda; lo engendra el Espíritu Santo fecundando el agua. Sumérgete pecador, para limpiarte en la...