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Mostrando entradas de agosto 19, 2018

¡No puedo perdonar! ¿Cómo lo hago? 7 claves para abrir tu corazón al perdón

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¡Cuánto nos cuesta perdonar! El dolor de una herida recibida puede durar largo tiempo. Somos seres humanos, frágiles, pecadores, en relación con los demás, que sentimos y amamos. Nuestra vida de cristianos nos enseña a amar y a perdonar y todos los días, este se convierte en un ejercicio constante de desprendimiento y confianza en Dios. No podemos perdonar a otros si primero  no nos perdonamos a nosotros mismos .  ¡Gran tarea es ésta! Pero,  ¿cómo perdonar aquello que es tan doloroso para mí? ¿Cómo olvidar el mal recibido? ¿Es posible perdonarlo todo? Dios nos da algunas claves en las Sagradas Escrituras que podemos ir poniendo en práctica, pero no es algo que viene de una vez para siempre, es un ejercicio constante que debemos aceptar y asumir. Quiero compartir contigo  7 claves que pueden ayudarte a perdonar.  Pero debes saber que solo no puedes, Por tus propias fuerzas será imposible. Debes dejar actuar a Dios, abrirte a Él, que Él te enseñe el camino del perdón. Y verás que

Lecturas del día

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Lectura de la profecía de Ezequiel 43, 1-7a La mano del Señor descendió sobre mí, y me llevó a Jerusalén. Y vi a un hombre que por su aspecto parecía de bronce. Él me llevó hacia la puerta del Templo que miraba al oriente, y yo vi que la gloria del Dios de Israel venía desde el oriente, con un ruido semejante al de las aguas caudalosas, y la tierra se iluminó con su Gloria. Esta visión era como la que yo había visto cuando el Señor vino a destruir la ciudad, y como la que había visto junto al río Quebar. Entonces caí con el rostro en tierra. La gloria del Señor entró en la Casa por la puerta que daba al oriente. El espíritu me levantó y me introdujo en el atrio interior, y yo vi que la gloria del Señor llenaba la Casa. Y oí que alguien me hablaba desde la Casa, mientras el hombre permanecía de pie junto a mí. La voz me dijo: «Hijo de hombre, éste es el lugar de mi trono, el lugar donde se asienta la planta de mis pies. Aquí habitaré para siempre en medio de los israelitas

¿Por qué me cuesta tanto rezar? ¿Te has fijado en estos 7 puntos?

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La oración es el oxígeno de nuestra vida cristiana: nos permite respirar, estar sanos, aliviar nuestras dolencias, seguir caminando y sobre todo acrecentar nuestra relación con Dios.  La oración  pasa por momentos de aridez y de grandes frutos, este ritmo es parte de nuestra vida espiritual. Es normal que pases por momentos de gran gozo y consolación interior, y otros donde parece todo oscuro y desolado.  ¡No te desanimes nunca al orar!  Hay que orar con perseverancia. Recuerda que la oración es un diálogo con el Señor, es sobre todo escuchar su voz tenue que resuena en nuestro interior. Hay que orar, pero como dice el Papa Francisco: «orar, permítanme decirlo, con la carne: que nuestra carne ore. No con ideas, sino orar con el corazón». Este es un verdadero desafío, pero, ¡sí se puede! ¡no tengas miedo! Si te cuesta orar ten en cuenta estos  7 elementos  que pueden ayudarte a mejorar tu vida espiritual y tu oración. 1. ¿Te fijas en la postura en la que rezas? Hay diversas postu

San Bartolomé

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El día en que Natanael o Bartolomé se encontró por primera vez a Jesús fue para toda su vida una fecha memorable, totalmente inolvidable. El evangelio de San Juan la narra de la siguiente manera: "Jesús se encontró a Felipe y le Bartholomew.jpg (24186 bytes) dijo: "Sígueme". Felipe se encontró a Natanael y le dijo: "Hemos encontrado a aquél a quien anunciaron Moisés y los profetas. Es Jesús de Nazaret". Natanael le respondió: " ¿Es que de Nazaret puede salir algo bueno?" Felipe le dijo: "Ven y verás". Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: "Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño" Natanael le preguntó: "¿Desde cuándo me conoces?" Le respondió Jesús: "antes de que Felipe te llamara, cuando tú estabas allá debajo del árbol, yo te vi". Le respondió Natanael: "Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel". Jesús le contestó: "Por haber dicho que te vi deb

Lecturas diarias

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Lectura del libro del Apocalipsis 21, 9b-14 El Ángel me dijo: «Ven que te mostraré la Esposa del Cordero». Me llevó en espíritu a una montaña de enorme altura, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios. La gloria de Dios estaba en ella y resplandecía como la más preciosa de las perlas, como una piedra de jaspe cristalino. Estaba rodeada por una muralla de gran altura que tenía doce puertas: sobre ellas había doce ángeles y estaban escritos los nombres de las doce tribus de Israel. Tres puertas miraban al este, otras tres al norte, tres al sur, y tres al oeste. La muralla de la ciudad se asentaba sobre doce cimientos, y cada uno de ellos tenía el nombre de uno de los doce apóstoles del Cordero. Palabra de Dios. La Ciudad Santa de la visión del Apocalipsis quiere significar la culminación del Reino, a la que todos estamos destinados. El autor quiere mostrarnos la Nueva Jerusalén, donde nuestro mundo se hace cielo, donde la Igle