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Mostrando entradas de junio 23, 2024

Feliz día Papa Francisco

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Solemnidad de los Santos Pedro y Pablo

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  Cada 29 de junio, en la solemnidad de San Pedro y San Pablo, apóstoles, recordamos a estos grandes testigos de Jesucristo y, a la vez, hacemos una solemne confesión de fe en la Iglesia una, santa, católica y apostólica. Ante todo es una fiesta de la catolicidad. Pedro, el amigo frágil y apasionado de Jesús, es el hombre elegido por Cristo para ser “la roca” de la Iglesia: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” ( Mt 16,16). Aceptó con humildad su misión hasta el final, hasta su muerte como mártir. Su tumba en la Basílica de San Pedro en el Vaticano es meta de millones de peregrinos que llegan de todo el mundo. Pablo, el perseguidor de Cristianos que se convirtió en Apóstol de los gentiles, es un modelo de ardoroso eevangelizador para todos los católicos porque después de encontrarse con Jesús en su camino, se entregó sin reservas a la causa del Evangelio.

Los cinco minutos del Espíritu Santo

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Hoy la Iglesia celebra a San Pedro y a San Pablo, elegidos por el Espíritu Santo para extender la Iglesia en los primeros tiempos. Toda la obra de ellos fue hecha por el impulso del Espíritu Santo, que guía a su Iglesia.  Pedro y Pablo juntos nos recuerdan el llamado a comunicar a los hermanos la fe que hemos recibido, sabiendo que el mundo necesita de ese anuncio. Creemos que la fe puede hacer nacer un mundo nuevo. De hecho, Pedro y Pablo, con su misión, ayudaron a cambiar la sociedad pagana de aquella época.  Ellos nos enseñan a alimentar una esperanza comunitaria, porque no esperamos sólo para nosotros, sino para el mundo y la historia donde estamos insertos. En realidad ésta es la dinámica propia del amor, por el cual se hace particularmente presente en la historia el dinamismo del Espíritu Santo, que nos arroja a lo insospechado.  Estamos llamados a vivir el gozo de cooperar con la novedad del Espíritu. Pero hay que dejar la cómoda orilla y arrojarse "mar adentro" (Lucas

Evangelio cotidiano/ Semana 12ª del tiempo Ordinario

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    Evangelio según san Juan 21, 15-19 En aquel tiempo, le preguntó Jesús a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?”. Él le contestó: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”. Por segunda vez le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. Él le respondió: “Sí, Señor; tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Pastorea mis ovejas”. Por tercera vez le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”. Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería, y le contestó: “Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas. Yo te aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras”. Esto se lo dijo para indicarle con qué género de muerte habría de glorificar a Dios. Después le dijo: “Sígueme”. Palabra del Señor. Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? En

Los cinco minutos del Espíritu Santo

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En el capítulo 8 del libro de los Proverbios se habla de la sabiduría celestial, y allí se dicen cosas muy bellas que podemos aplicar al Espíritu Santo. Dice, por ejemplo, que cuando Dios creó el universo, él estaba allí: " Yo era todos los días su delicia, jugando en su presencia en todo tiempo, jugando por el orbe de la tierra; y mis delicias están con los hijos de los hombres " (Proverbios 8,30-31). Porque el Espíritu Santo es amor q ue procede del Padre, y se puede decir que donde hay amor hay juego, hay alegría, hay gozo, hay una relación que da felicidad, que nunca aburre, que nunca cansa, que no tiene lugar para la tristeza y la monotonía. Pero el Espíritu juega por el orbe de la tierra, y se entretiene con nosotros. Porque él ha sido enviado al mundo, y encuentra gusto con nosotros, derramando bondad, sembrando esperanza, despertando cosas bellas. El Espíritu Santo es un artista feliz, que, en medio de nuestra miseria, realiza el arte de crear cosas preciosas. Así él

Evangelio cotidiano / Semana 12ª del tiempo Ordinario

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  Evangelio según san Mateo 8, 1-4 Al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente. En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”. Extendió la mano y lo tocó diciendo: “Quiero, queda limpio”. Y enseguida quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: “No se lo digas a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio”. Palabra del Señor. “Señor, si quieres, puedes limpiarme” Fe y Humildad: El leproso se acerca a Jesús con una fe genuina y humilde. Reconoce su necesidad y confía en el poder de Jesús para sanarlo. Esto nos enseña a acudir a Jesús con fe y humildad, confiando en su amor y poder para intervenir en nuestras vidas. Compasión de Jesús: Jesús muestra una profunda compasión al tocar y sanar al leproso. Este acto de tocar a alguien considerado impuro nos recuerda que el amor de Jesús no tiene límites y que Él se acerca a los marginados y necesitados con amor y aceptación

Los cinco minutos del Espíritu Santo

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Si alguna vez logramos quedarnos callados y serenos, dejando que el Espíritu Santo nos haga experimentar su amor, estaremos viviendo una preciosa experiencia mística. Cuando abandonamos nuestras resistencias y nos dejamos tomar por el Espíritu, él toca un centro amoroso donde el ser humano sólo puede depender, porque es una criatura; y lo más íntimo de su realidad es la dependencia, es recibir el ser y la vida, es beber de Dios. Veamos cómo expresan algunos místicos esta dependencia cuando llega a un alto grado de desarrollo: " ¡Oh cuán dichosa es esta alma que siente siempre a Dios descansando y reposando en su seno!... Dios está allí de ordinario como si descansara en un abrazo con la esposa, en la substancia de su alma, y ella lo siente muy bien y lo goza habitualmente... Él la absorbe profundísimamente en el Espíritu Santo, enamorándola con primor y delicadeza divina " (San Juan de la Cruz). " Dios toma la voluntad, pero me parece que toma también el entendimiento, p

Evangelio cotidiano/ Semana 12ª del tiempo Ordinario

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    Evangelio según san Mateo 7, 21-29 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “No todo el que me dice ‘Señor, Señor’ entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Aquel día muchos dirán: ‘Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre hemos echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?’. Entonces yo les declararé: ‘Nunca los he conocido. Aléjense de mí, los que obran la iniquidad”. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue gra

Los cinco minutos del Espíritu Santo

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Donde no lo hago presente al Espíritu Santo, me siento yo el creador de las emociones y de las realidades. Entonces me fabrico un mundo personal donde el Espíritu Santo no puede entrar, como si fuera un sector sólo mío, donde me creo libre. Pero no me doy cuenta de que si lo aparto a él de algo, allí terminará entrando la debilidad, la muerte y el fracaso, porque sólo de él viene la vida.  Esa falsa libertad no es más que una esclavitud que me arrastra a la muerte. Lo que vivo fuera de su presencia de amor, poco a poco se va convirtiendo en fuente de dolor, ansiedad, desgaste, y cada vez brinda menos la felicidad de antes. Pero yo me empeño en sacarle el jugo y me revuelco, y me sucede como al degenerado que termina usando a las mujeres como si fueran animales para recuperar el placer que ya no logra sentir. En cambio, si yo voy construyendo mi felicidad con el Espíritu Santo, si le permito que guíe mi libertad y me sane de mis esclavitudes, cada vez soy más libre, cada vez puedo ser m

Evangelio cotidiano / Semana 12ª del tiempo Ordinario

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  Evangelio según san Mateo 7, 15-20 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Así, todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conocerán”. Palabra del Señor. Por sus frutos los conocerán Árboles sanos y árboles dañados, ovejas y lobos rapaces. Jesús vuelve a utilizar estas imágenes contrapuestas para hacernos caer en la cuenta de cuál es su verdadera enseñanza: no dejarnos cautivar por las apariencias; no juzgar a las personas ni tomar como criterio de valoración de su conducta los frutos que acompañan su vida. Al igual que en el capítulo 15 del Evangelio de Juan, cuando se nos habla de la vid y los

Los cinco minutos del Espíritu Santo

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El Espíritu Santo nos invita permanentemente a la conversión. Porque la conversión no es sólo un gran cambio que sucedió alguna vez en el pasado, cuando decidimos seguir a Jesucristo. La conversión es cosa de todos los días. Nuestra mentalidad y nuestro corazón deben ser cambiados permanentemente. Cuando nos descuidamos, se nos mete adentro algún criterio equivocado, o volvemos a optar por el egoísmo, o perdemos un poco de la alegría o de la generosidad que teníamos. Entonces, hay que volver a convertirse, hay que volver a escuchar el Evangelio y dejarse interpelar por el Espíritu. La conversión también es una especie de “ablandamiento”, o de “descongelamiento”. Porque cuando nos descuidamos, el corazón se nos pone duro y frío. Cuando no sanamos a tiempo las malas experiencias que tenemos cada día, nuestros rencores, tristezas, sentimientos de culpa y desilusiones, endurecen el corazón como una piedra, o lo enfrían y lo convierten en un pedazo de hielo, duro y frío por el dolor o por e

Evangelio cotidiano / Semana 12ª del tiempo Ordinario

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  Evangelio según san Mateo 7, 6.12-14 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “No den lo santo a los perros, ni les echen sus perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus patas y después se revuelvan para destrozarlos. Así, pues, todo lo que desean que los demás hagan con ustedes, háganlo ustedes con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas. Entren por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos”. Palabra del Señor. ¿Qué quieres tú plantar en esta vida con tus palabras, gestos, acciones? (...) J esús, trata de centrar la vida del discipulado en lo que es de vital importancia: La relación con Dios y con los hermanos que estamos compartiendo la vida. En la mentalidad del fariseo de todos los tiempos se cuela un escrúpulo por el cumplimiento férreo de la ley que lleva a esclavizar. Sin embargo, el Maestro

Los cinco minutos del Espíritu Santo

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Hoy celebramos el nacimiento de Juan Bautista. En el Evangelio de San Lucas podemos ver cómo el Espíritu Santo obró en San Juan Bautista. Él lo fue preparando progresivamente para su misión.  Su fortalecimiento se manifestará en el coraje de su predicación, que lo llevó a la muerte. Y su vida en el desierto muestra cómo toda su existencia estuvo siempre completamente orientada a Dios. Juan quiso ser siempre sólo de Dios, y el desierto era el símbolo de esa consagración. Alguien que fue consagrado ya en el seno de su madre por la acción del Espíritu (Lucas 1,15; 1,41) no podía resistir el deseo de entregarse por entero. Del desierto sale Juan el Bautista; allí había vivido su total entrega a Dios, y allí el Espíritu Santo lo fue preparando. El desierto en la Biblia es el lugar del encuentro con el Espíritu, porque no hay otras cosas que puedan distraer o encantar al hombre, y entonces allí puede escucharse la voz del Señor que habla al corazón. De hecho, el profeta Oseas presenta al des

NACIMIENTO DE SAN JUAN BAUTISTA /SOLEMNIDAD

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  Evangelio según san Lucas  1,57-66.80 En tiempo de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, del turno sacerdotal de Abías, que estaba casado con una mujer descendiente de Aarón, llamada Isabel. Ambos eran justos a los ojos de Dios y llevaban una vida intachable según todos los preceptos y mandatos del Señor. Pero no tenían hijos porque Isabel era estéril y ya eran ambos de edad avanzada. Una vez que oficiaban en la presencia de Dios los sacerdotes de su turno, según el uso que tenían para el servicio del templo le tocó a Zacarías entrar al santuario del Señor a ofrecer el incienso. A esa hora, toda la multitud se encontraba orando fuera. Entonces se le apareció un ángel del Señor, a la derecha del altar del incienso. Zacarías se sorprendió al verlo y se llenó de temor. Pero el ángel le dijo: “No temas, Zacarías, que tu oración fue escuchada. Isabel, tu mujer, te dará un hijo, al que debes ponerle el nombre de Juan. Él te ha de traer gran gozo y alegría, y muchos se

Los cinco minutos del Espíritu Santo

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Cuando Jesús se encontró con la mujer samaritana, junto al pozo de Samaría (Juan 4), le hizo descubrir que para adorar a Dios no importan tanto los lugares, sino dejarse motivar por el Espíritu Santo. Lo importante es el encuentro con Dios que se realiza en el corazón por el impulso del Espíritu divino. Ella debía encontrarse con el Dios vivo que venía a salvarla y a saciar su sed más profunda. Por eso Jesús le dijo que hay que adorar a Dios "en Espíritu y en verdad".   Adorarlo "en Espíritu" no se refiere a una adoración meramente interior, sin signos externos, sino a una adoración que brota de un corazón dócil al Espíritu Santo, ese Espíritu que nos impulsa a clamar "Padre" (Romanos 8,15).  Adorar a Dios "en verdad" significa adorar al verdadero Dios, que es el Padre amante y misericordioso que nos ha revelado Jesucristo.  Pidamos a Jesús que derrame en nosotros el agua viva de su Espíritu Santo, para que aprendamos a adorar:  " Señor, hab

DUODÉCIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

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  Evangelio según san Marcos 4, 35-41 Aquel día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: “Vamos a la otra orilla”. Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron, diciéndole: “Maestro, ¿no te importa que perezcamos?”. Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: “¡Silencio, enmudece!”. El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: “¿Por qué tienen miedo? ¿Aún no tienen fe?”. Se llenaron de miedo y se decían unos a otros: “¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!”. Palabra del Señor. ¿POR QUÉ TIENEN MIEDO? L a Palabra que en este Duodécimo Domingo del Tiempo Ordinario vamos a proclamar y acoger nos confronta, una vez más, con el Misterio que se encierra en Dios y en su Hijo Jesucristo. Los versículos del libro de Job en la primera lectura despliegan en toda su