Los cinco minutos del Espíritu Santo

La oración es un diálogo; pero para poder orar es indispensable que yo descubra que estoy con alguien que me conoce, que me escucha, que capta todo lo que siento y todo lo que digo, y lo entiende perfectamente. Por eso tengo que recordar que el Espíritu Santo no es una energía que me sana o que me hace bien. Es mucho más que eso, porque es Alguien, capaz de conocer y de amar perfectamente. Él me llama por mi nombre, me reconoce, porque él es Dios, y tiene una inteligencia infinita, una capacidad de captar todo a la perfección, sin que nada pueda escapar a su atención. Por eso no hay cosa que yo pueda ocultarle, ni sentimientos, ni planes que sean secretos para él, como dice el Salmo: “Señor, tú me penetras y me conoces… Cuando la palabra todavía no llegó a mi lengua tú ya la conoces entera… Y si le pido a las tinieblas que me cubran, y a la noche que me rodee, para ti ninguna sombra es oscura y la noche es tan clara como el día” (Salmo 139,1.4.11-12). No podemos pedirle al Espíri...