Los cinco minutos del Espíritu Santo
Digamos una vez más que los santos son una alabanza al Espíritu Santo, porque nadie puede ser santo sin la gracia del Espíritu. Él, con su gracia, nos hace parecidos a Jesús. Eso está muy claro en San Francisco de Asís, a quien recordamos hoy. El pobre de Asís es uno de los santos que mejor reflejan la pobreza, la alegría y el amor fraterno de Jesús. Pero la hermosura de su corazón podría expresarse sintéticamente como apertura. Todo lo existente era objeto de su amor, de su admiración o de su compasión fraterna, y por eso le cantaba a Dios por la "hermana luna", el "hermano fuego", la "hermana hierba". Así vemos cómo el Espíritu Santo no nos encierra en nosotros mismos, sino que nos pone en comunión fraterna con la realidad. Su corazón pacificado no se resistía ni se llenaba de tensiones ante las contrariedades de la vida o de la naturaleza, sino que reaccionaba con un espíritu de feliz aceptación. Eso lo convertía en un modelo de permanente alegría. Su m