Que, el hombre, ya no conocerá la muerte para siempre. Que, el pecado, ha sido con creces perdonado. Que, la vida, vence sobre el horizonte oscuro. Que, la luz, brillará –en un futuro– permanentemente. ¡Qué gran noticia, Señor! Bajaste al sepulcro y, al tercer día, regresaste. Bajaste al sepulcro sólo, y subes con vida para todos. Bajaste al sepulcro muerto, y regresas con una vida resucitada ¡Qué gran noticia, Señor! Estábamos con grilletes esclavos de la muerte, y ahora libres. Estábamos preocupados por la noche oscura, y ahora cantamos a pleno día. Estábamos llenos de dudas, y el sepulcro abierto nos da una certeza: ¡Vives! ¡Qué gran noticia, Señor! Te sentimos vivo, operante, activo y presente. Te sentimos cercano en el amor, y alentando nuestra esperanza. Te sentimos dándonos impulso y calor, para ser hombres nuevos. Te sentimos soplando las brasas de nuestra Fe, para que nunca se apague. ¡Qué gran noticia, Señor! ...