Los Cinco Minutos del Espíritu Santo

Jesús quería hacer ver a sus discípulos que no debían entristecerse por su partida, porque en realidad esa partida era un bien para ellos: "Les conviene que yo me vaya" (Juan 16,7). Porque es necesario que Jesús sea glorificado, que pase por la cruz para liberarnos del pecado y resucite llegando glorioso a la presencia del Padre, para poder enviarnos así al Espíritu Santo: "Si no me voy no vendrá a ustedes el Paráclito" (Juan 16,7). Y la presencia interior del Espíritu Santo es una riqueza y un tesoro que los discípulos no podían ni siquiera imaginar; porque es el Espíritu el que derrama la gracia divina en los corazones y hace presente la vida de Jesús en lo íntimo de los creyentes. Pero el cuarto Evangelio describe la obra del Espíritu Santo de un modo extraño; dice que el Espíritu Santo convence a los creyentes "de un pecado, de una justicia, de una sentencia" (Juan 16,8). En definitiva esto significa que el Espíritu saca a luz el error del mundo que ...