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Los cinco minutos del Espíritu Santo

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Es cierto que el Espíritu Santo quiere hacer grandes cosas en nuestras vidas. Pero lo que cuenta no es la notoriedad, la fama o los éxitos llamativos. Cosas grandes significa que hagamos lo que Dios espera de nuestras vidas, aunque nadie descubra el valor que tienen esas cosas. Lo importante es que cada uno sea lo que debe ser, que ocupe el lugar que debe ocupar en el universo. Eso es grande. Veamos cómo lo decía Martin Luther King: “ Si no puedes ser un pino sobre un monte, sé una hierba, pero sé la mejor hierba pequeña a la orilla del arroyo. Si no puedes ser un árbol, sé un arbusto. Si no puedes ser una autopista, sé un sendero. Si no puedes ser el sol, sé una estrella. Sé siempre lo mejor de eso que eres. Trata de descubrir el proyecto que estás llamado a realizar y dedícate con pasión a cumplirlo en la vida .” El Espíritu Santo puede ayudarnos a descubrir eso que debemos ser, y puede darnos la fuerza y la creatividad para que lo logremos de la mejor manera posible. 📚  Autor:  Mon

Evangelio diario / Semana 33ª del tiempo Ordinario

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  Evangelio según san Lucas 19, 11-28 En aquel tiempo, Jesús dijo una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y ellos pensaban que el Reino de Dios iba a manifestarse enseguida. Dijo, pues: “Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez siervos suyos y les repartió diez minas de oro, diciéndoles: ‘Negocien mientras vuelvo’. Pero sus conciudadanos lo aborrecían y enviaron tras de él una embajada diciendo: ‘No queremos que este llegue a reinar sobre nosotros’. Cuando regresó de conseguir el título real, mandó llamar a su presencia a los siervos a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y dijo: ‘Señor, tu mina ha producido diez’. Él le dijo: ‘Muy bien, siervo bueno; ya que has sido fiel en lo pequeño, recibe el gobierno de diez ciudades’. El segundo llegó y dijo: ‘Tu mina, señor, ha rendido cinco’. A ese le dijo también: ‘Pues toma tú el mando de cinco ciudades’. 

Los cinco minutos del Espíritu Santo

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  “ Ven Espíritu Santo, sácame del encierro donde me he clausurado, y abre mi vida a los demás.  Derriba las paredes de mi pequeño yo.  Regálame, Espíritu Santo, el don de la disponibilidad. Hazme disponible para servir. Hazme disponible para escuchar. Hazme disponible para compartir. Hazme disponible para ayudar. Hazme disponible para acompañar. Hazme disponible para consolar. Hazme disponible para alentar. Hazme disponible para celebrar. Ven Espíritu Santo, abre mi corazón cerrado, para que no esté siempre pensando sólo en mis necesidades y proyectos, para que aprenda a caminar con los demás, como un verdadero hermano de todos. Ven Espíritu Santo. Amén. ” 📚  Autor:  Mons. Víctor Manuel Fernández.  ® Editorial Claretiana.

Evangelio diario / Semana 33ª del tiempo Ordinario

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  Evangelio según san Lucas 19, 1-10 En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo: “Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa”. Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban diciendo: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”. Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor: “Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defrauda alguno, le restituyo cuatro veces más” Jesús le dijo: “Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”. Palabra del Señor. “  Hoy ha sido

Los cinco minutos del Espíritu Santo

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Cuenta el Evangelio que Jesús “ se dejó llevar por el Espíritu al desierto ” (Lucas 4,1). En el desierto Dios habla al corazón. Porque en el desierto no hay nada interesante, nada que pueda distraernos y atontarnos. Sólo arena movida por el viento. Por eso, llega un momento en que nos sentimos solos, desnudos frente a Dios, y entonces le abrimos de verdad el corazón. El Espíritu Santo quiere llevarnos al desierto. Si leemos el libro del profeta Oseas, allí vemos a un enamorado que intenta por todos los medios seducir a la amada, pero todo es inútil. Finalmente encuentra una manera: “ La llevaré al desierto y le hablaré al corazón " (Oseas 2,16). Evidentemente, eso no significa que tengamos que hacer un viaje para buscar a Dios en un desierto. Se trata de hacer desierto en nuestro interior. Hay que despojarse de todo, darse cuenta de que no vale la pena aferrarse a nada, que todos los falsos remedios y secretos de felicidad no sirven. Sólo nos distraen. Son fantasías y excusas. Ten

Evangelio diario /Semana 33ª del tiempo Ordinario

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  Evangelio según san Lucas 18, 35-43 Cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le informaron: “Pasa Jesús el Nazareno”. Entonces empezó a gritar: “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!”. Los que iban delante lo regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”. Jesús se paró y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?”. Él dijo: “Señor, que recobre la vista”. Jesús le dijo: “Recobra la vista, tu fe te ha salvado”. Y enseguida recobró la vista y lo seguía, glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios. Palabra del Señor. ¿Qué quieres que haga por ti?   Resuena el eco de un profeta llamado Jesucristo dando un mensaje a la Iglesia de Efeso que toma actualidad sin resquicio de dudas. Esos cristianos trabajaban duro para el Señor, demostraban paciencia cuando se

Los cinco minutos del Espíritu Santo

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  El Papa Juan XXIII inició una maravillosa reforma de la Iglesia. Aunque lo eligieron cuando ya tenía una edad avanzada, gracias a él la Iglesia comenzó una gran renovación. Pero él decía que el autor de esa obra era el Espíritu Santo, que quería transformar su Iglesia. Las primeras noches después de ser elegido, no podía dormir pensando en su tremenda responsabilidad. Entonces se preguntó: “ ¿Quién guía la Iglesia, yo o el Espíritu Santo? ”. Y se respondió: “ El Espíritu Santo, por supuesto ”. Entonces pudo dormir tranquilo. Utilicemos sus palabras para invocar al Espíritu Santo, y hagámoslo con la misma confianza que él tenía: “ Espíritu Santo, ven a perfeccionar  la obra que Jesús comenzó en mí. Que llegue pronto el tiempo  de una vida llena de tu Espíritu. Derrota toda presunción natural  que encuentres en mí. Quiero ser sencillo, lleno del amor de Dios,  y constantemente generoso. Que ninguna fuerza humana  me impida hacer honor  a mi vocación cristiana. Que ningún interés, por d