- Escuchar a Dios decir "Te quiero”

 


En el nombre del Padre 

y del Hijo

Y del Espíritu Santo,

Amén.


Reanudamos nuestra peregrinación interior en el desierto.


Ayer vimos que para entrar en la oración necesitamos aligerarnos, confiar a Dios lo que es demasiado pesado para cargar. Hoy quisiera que tomaramos conciencia del amor que Dios y Jesús nos tienen personalmente. Es lo que nos dice claramente el Catecismo de la Iglesia Católica en el párrafo 478:

 

Jesús, durante su vida, su agonía y su pasión nos ha conocido y amado a todos y a cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno de nosotros: "El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2, 20). "Nos ha amado a todos con un corazón humano".


El objetivo de esta jornada en el desierto no es otro que sentir el amor de Dios por nosotros, poco a poco.


Para ello, te voy a leer una serie de frases escritas por el apóstol Juan, que hablan del amor de Dios por ti. Y como ejercicio sencillo para el día, te sugiero que elijas una frase, la escribas y la leas una y otra vez, la medites, la susurres, la cantes y reces con ella durante un rato a lo largo del día. De momento, cierra los ojos y escucha cómo te ama Dios…

Juan 3, 16 "Si,  Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna”.

Juan 13, 1 "Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin."

Juan 15, 12-13 "Este es mi mandamiento: Amense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos."

Juan 16, 26-27 ".y no será necesario que yo ruegue al Padre por ustedes, ya que él mismo los ama, porque ustedes me aman y han creído que yo vengo de Dios."

1 Juan 3, 1 "¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente."

1 Juan 4, 9 "Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de él."

 1 Juan 4, 16 "Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él".


Como primera etapa de la meditación, los cristianos están llamados a meditar la Palabra de Dios. Porque nuestra oración brota del amor que tenemos a Dios; y el amor que tenemos a Dios brota necesariamente del conocimiento que tenemos de Él; y este conocimiento solo puede provenir de la Palabra inspirada.


El padre Matta el-Maskine lo expresa así en el manual de oración que escribió para los jóvenes monjes: 

La primera etapa de la meditación consiste en leer en silencio, lentamente y en voz alta, "saboreando" las palabras, y luego repetir esta lectura varias veces; (...) no es posible, en la auténtica tradición cristiana, dar valor a la oración improvisada si el orante no está lleno de la Palabra de Dios, entrenado en la verdadera meditación; porque entonces sus palabras podrían no ser evangélicas, y sus pensamientos podrían no reflejar la voluntad y la mente de Dios.

Meditemos hoy la Palabra de Dios, tomemos la Biblia en la mano para releer el Evangelio de san Juan y sus cartas, en las que el amor de Dios arde en cada página.


A partir de ahora, cuando adquiramos la costumbre de poner nuestras cargas en las manos de Dios y seamos conscientes de que Dios nos ama personal e incondicionalmente, tendremos lo que necesitamos para aprender a rezar como los santos.


Padre, te confío este día,

dame el deseo de rezarte,

el deseo de leer y escuchar tu palabra

Dame la gracia de sentir que me amas,

a mí personalmente.

Dame la gracia de sentirlo en mis entrañas,

Como si me tuvieras en tus brazos, ahora mismo.

Amén.


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