Evangelio diario / Miércoles 23 de Julio




 Evangelio según san Mateo 13, 1-9

Aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al mar, Y acudió a Él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó y toda la gente se quedó de pie en la orilla. Les habló muchas cosas en parábolas: “Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, una parte cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y como la tierra no era profunda brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se quemó y por falta de raíz se secó. Otra cayó entre abrojos, que crecieron y la ahogaron. Otra cayó en tierra buena y dio fruto: una, ciento; otra, sesenta; otra, treinta. El que tenga oídos, que oiga”.

Palabra del Señor.



La Semilla y los Diferentes Terrenos

Jesús comienza a contar: "Un sembrador salió a sembrar." El sembrador es Jesús mismo, o cualquier persona que anuncia la Palabra de Dios. Y la semilla es la Palabra de Dios, el mensaje del Evangelio, la buena noticia del Reino.

Pero la semilla cae en diferentes tipos de terreno:

  1. El camino: "Parte de la semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron." Este es el corazón que está duro y cerrado. La Palabra no logra penetrar; apenas es escuchada y el "malvado" (como lo explica Jesús más adelante) la arrebata rápidamente. Son aquellos que no le dan importancia, que están distraídos o que ya tienen ideas muy fijas.

  2. El terreno pedregoso: "Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra; brotó en seguida, porque la tierra no era profunda, pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó." Aquí hablamos de un corazón que recibe la Palabra con entusiasmo inicial, con alegría, pero sin verdadera profundidad. Cuando vienen las dificultades, las pruebas o las burlas por vivir el Evangelio, esa fe superficial se desvanece porque no tiene raíces fuertes.

  3. Los espinos: "Otra parte cayó entre espinos; estos crecieron y la ahogaron." Este es el corazón que recibe la Palabra, pero está lleno de preocupaciones y deseos mundanos. Los "espinos" son las riquezas, las ambiciones, las preocupaciones excesivas del día a día que ahogan el mensaje de Dios. La Palabra no puede crecer ni dar fruto porque está sofocada por otras prioridades.

  4. La buena tierra: "Otra parte cayó en tierra buena y dio fruto: una parte el ciento por uno, otra el sesenta y otra el treinta." ¡Esta es la esperanza! Este es el corazón abierto, disponible, humilde y generoso. Recibe la Palabra, la comprende, la guarda y la vive. Y al hacerlo, produce frutos abundantes, no todos iguales, pero sí muchos y buenos.


Reflexión para Nuestra Vida Hoy

Esta parábola es un espejo para cada uno de nosotros. Nos invita a preguntarnos:

  • ¿Qué tipo de "terreno" es mi corazón? ¿Cómo estoy recibiendo la Palabra de Dios en mi vida?

  • ¿Soy un "camino duro"? ¿Estoy demasiado ocupado, distraído o cerrado a escuchar lo que Dios quiere decirme?

  • ¿Soy un "terreno pedregoso"? ¿Me entusiasma la fe por un momento, pero me rindo fácilmente ante las dificultades o las críticas?

  • ¿Estoy lleno de "espinos"? ¿Mis preocupaciones, mis deseos de tener más cosas o mis ambiciones están ahogando la voz de Dios en mi vida?

  • ¿Estoy cultivando mi "buena tierra"? ¿Dedico tiempo a la oración, a leer el Evangelio, a poner en práctica lo que Jesús me enseña, permitiendo que su Palabra eche raíces profundas y dé fruto?

¿Qué "terreno" crees que necesitas trabajar más en tu vida para que la semilla de la Palabra de Dios dé más fruto?


 

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