Lecturas del día




Lectura de la carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Roma
2, 1-11

Tú que pretendes ser juez de los demás -no importa quién seas- no tienes excusa, porque al juzgar a otros, te condenas a ti mismo, ya que haces lo mismo que condenas. Sabemos que Dios juzga de acuerdo con la verdad a los que se comportan así.
Tú que juzgas a los que hacen esas cosas e incurres en lo mismo, ¿acaso piensas librarte del Juicio de Dios? ¿O desprecias la riqueza de la bondad de Dios, de su tolerancia y de su paciencia, sin reconocer que esa bondad te debe llevar a la conversión? Por tu obstinación en no querer arrepentirte, vas acumulando ira para el día de la ira, cuando se manifiesten los justos juicios de Dios, que retribuirá a cada uno según sus obras. Él dará la Vida eterna a los que por su constancia en la práctica del bien buscan la gloria, el honor y la inmortalidad. En cambio, castigará con la ira y la violencia a los rebeldes, a los que no se someten a la verdad y se dejan arrastrar por la injusticia.
Es decir, habrá tribulación y angustia para todos los que hacen el mal; para los judíos, en primer lugar, y también para los que no lo son. Y habrá gloria, honor y paz para todos los que obran el bien: para los judíos, en primer lugar, y también para los que no lo son, porque Dios no hace acepción de personas.

Palabra de Dios.

Toca el tema de los que se erigen en jueces de los demás. Son unos jueces especiales, porque juzgan y condenan a personas que hacen algo mal… cuando ellos cometen ese mismo mal. Pablo afirma que llegará “el justo juicio de Dios que retribuirá a cada uno según sus obras”, sabiendo bien que Dios acumula “el tesoro de su bondad, tolerancia y paciencia”, como buen Padre que es de todos nosotros. ¿Qué es lo que nos corresponde a nosotros ante las malas acciones de nuestros hermanos? ¿Debemos callar, debemos hablar? En todo momento debemos buscar el bien de nuestros hermanos. Como siempre, acudamos a Jesús en busca de luz. Él nos habla de la corrección fraterna y los pasos que hemos de dar (Mt18,15-17). Pero también tiene una aguda advertencia en este delicado terreno: “¿Cómo dices a tu hermano: Deja que te quite la paja del ojo, teniendo tú una viga en el tuyo?”. Algo parecido a lo de Pablo.




SALMO RESPONSORIAL                      61, 6-7. 9. 13

R.    ¡Acuérdate de tu misericordia, Señor!

Sólo en Dios descansa mi alma,
de Él me viene la esperanza.
Sólo Él es mi Roca salvadora,
Él es mi baluarte: nunca vacilaré. R.

Confíen en Dios constantemente,
ustedes, que son su pueblo,
desahoguen en Él su corazón,
porque Dios es nuestro refugio. R.

El poder pertenece a Dios,
y a ti, Señor, la misericordia.
Porque Tú retribuyes a cada uno
según sus acciones. R.

No sucede así con los malvados:
ellos son como paja que se lleva el viento.
Porque el Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malvados termina mal. R.





   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas
11, 42-46

Jesús dijo a los fariseos:
«¡Ay de ustedes, fariseos, que pagan el impuesto de la menta, de la ruda y de todas las legumbres, y descuidan la justicia y el amor de Dios! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello.
¡Ay de ustedes, fariseos, porque les gusta ocupar el primer asiento en las sinagogas y ser saludados en las plazas!
¡Ay de ustedes, porque son como esos sepulcros que no se ven y sobre los cuales se camina sin saber!»
Un doctor de la Ley tomó entonces la palabra y dijo: «Maestro, cuando hablas asÍ, nos insultas también a nosotros».
Él le respondió: «¡Ay de ustedes también, porque imponen a los demás cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni siquiera con un dedo!»

Palabra del Señor.


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Todos tenemos algo de fariseos. Presumimos de cumplir preceptos sin importancia y nos olvidamos de los mandamientos más importantes. A veces ni siquiera nos damos cuenta. Necesitamos la ayuda de los hermanos para ser conscientes de esta realidad.
            “Señor, ayúdame a descubrir mis incoherencias.
             Dame humildad para reconocerlas
             y fuerza para superarlas”
            “Enséñanos a corregir con cariño y acierto
             las incoherencias de los hermanos”

¿Buscamos los puestos de “relumbrón”, los puestos más cómodos en la familia, en el lugar de trabajo, entre mis amigos… Recuerda el testimonio del Señor que siempre se situó en el lugar de los pobres, de los que sirven. ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Jesús cargó sobre sus espaldas los pecados de la humanidad. Los fariseos cargan fardos pesados a los demás. ¿A quién te pareces más? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le pides?

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