Liturgia - Lecturas del día




 

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo

a los cristianos de Éfeso

1, 11-14

 

Hermanos:

En Cristo, nosotros,

los que hemos puesto nuestra esperanza en Él,

hemos sido constituidos herederos

y destinados de antemano,

para ser alabanza de su gloria,

según el previo designio

del que realiza todos las cosas conforme a su voluntad.

 

En Él, ustedes,

los que escucharon la Palabra de la verdad,

la Buena Noticia de la salvación,

y creyeron en ella,

también han sido marcados con un sello

por el Espíritu Santo prometido.

 

Ese Espíritu es el anticipo de nuestra herencia

y prepara la redención del pueblo

que Dios adquirió para sí,

para alabanza de su gloria.

 

Palabra de Dios.



El denso pasaje, pertenece al himno inicial de la carta, está lleno de motivos de esperanza: - El Padre nos ha destinado a ser su pueblo y propiedad suya, en Cristo hemos sido salvados, y hemos recibido el Espíritu como sello y marca;- ¿quién pertenece al pueblo de Dios?: los que nos hemos enterado de la Buena Noticia y la hemos creído, y la Buena Noticia es que hemos sido salvados por el amor de Dios;- ya estamos heredando y ya somos salvados: pero todavía está por llegar la salvación definitiva; y mientras llega la redención completa, el Espíritu es la garantía de la herencia que nos espera al final. Es una "lectura cristiana" de la vida y de la historia. Una lectura que tendríamos que tener, sin dejarnos contagiar con la visión únicamente humana, que nos ofrece este mundo. No estamos solos. Dios está muy cerca y nos ha incluido en su proyecto de vida.


 

 

SALMO RESPONSORIAL                                     32, 1-2. 4-5. 12-13

 

R.    ¡Feliz el pueblo que el Señor se eligió como herencia!

 

Aclamen, justos, al Señor;

es propio de los buenos alabarlo.

Alaben al Señor con la cítara,

toquen en su honor el arpa de diez cuerdas. R.

 

Porque la Palabra del Señor es recta

y Él obra siempre con lealtad;

Él ama la justicia y el derecho,

y la tierra está llena de su amor. R.

 

¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor,

el pueblo que Él se eligió como herencia!

El Señor observa desde el cielo

y contempla a todos los hombres. R.

 

 



    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

12, 1-7

 

En aquel tiempo, se reunieron miles de personas, hasta el punto de atropellarse unos a otros. Jesús comenzó a decir, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuídense de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. No hay nada oculto que no deba ser revelado, ni nada secreto que no deba ser conocido. Por eso todo lo que ustedes han dicho en la oscuridad será escuchado en pleno día; y lo que han hablado al oído, en las habitaciones más ocultas, será proclamado desde lo alto de las casas.

A ustedes, mis amigos, les digo: No teman a los que matan el cuerpo y después no pueden hacer nada más. Yo les indicaré a quién deben temer: teman a aquél que, después de matar, tiene el poder de arrojar al infierno. Sí, les repito, teman a ése.

¿No se venden acaso cinco pájaros por dos monedas? Sin embargo, Dios no olvida a ninguno de ellos. Ustedes tienen contados todos sus cabellos: no teman, porque valen más que muchos pájaros».

 

Palabra del Señor.

 

Reflexión


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

La hipocresía tiene las piernas cortas. No puede avanzar mucho. Nada hay cubierto que no llegue a conocerse. La hipocresía no nos trae cuenta. Nos descubrirán y entonces será peor el remedio que la enfermedad.
            “Señor, danos fuerza para reconocer nuestra hipocresía
              y fuerza para superarla”

“No tengan miedo a los que matan el cuerpo”. No tengan miedo a que los insulten o los persigan de cualquier forma por causa de Jesús. Tengan miedo a echar a perder a vida, a desaprovechar las capacidades que les ha dado Dios, a hacer daño a los demás, a alejarse de Dios. Estos miedos tienen sentido, aquéllos no.
¿Cuáles son tus miedos? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

No tengas miedo
a los que amenazan,
a los que hieren,
a los que dañan la dignidad
y matan el cuerpo
pero no pueden quitarte la vida.

No tengas miedo
a los que ocultan la verdad
o, creyéndose dueños de ella,
la manipulan,
dosifican y venden;
a los que con el arma de la mentira
quieren dominar pueblos y personas.

Rebélate,
manifiesta en todos los sitios,
en todo momento,
a tiempo y a destiempo,
tu fe en la vida y en la hermandad
adquirida al abrigo del Padre,
al lado de Jesús,
a la sombra del Espíritu,
en el seno de la comunidad.

Haz de esa fe
un gozo personal diario,
un estandarte de libertad,
una fuente de vida,
un banquete compartido,
una canción de esperanza,
tu reivindicación más sentida.

No tengas miedo
a los que, por eso, pueden castigarte,
retirarte el apoyo,
privarte del trabajo,
ignorar tu presencia,
olvidar tu historia,
golpear tu debilidad,
hacerte mal.

No tengas miedo.
Fíate de Jesús,
responde a su llamada;
fíate del Padre,
descansa en su regazo;
fíate del Espíritu,
lucha y sé libre. '
Estás invirtiendo la vida
en el proyecto más grande y venturoso
puesto en nuestras manos.

¡No tengas miedo!
¡Fíate de Jesús!

Florentino Ulibarri

Dios nos ama, te ama. Está pendiente de ti: cuenta hasta los pelos que se caen de tu cabeza. Siempre está a tu lado. Siempre. Pero Dios es discreto y silencioso. Necesitamos del silencio y la oración para percibir su presencia. Rezamos con el salmo 114:

Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí,
el día que lo invoco.

Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida».

El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas me salvó.

Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.

Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.

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