Mensaje Espiritual




 




Lectura de la carta a los Hebreos

4, 12-16

 

Hermanos:

La Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Ninguna cosa creada escapa a su vista, sino que todo está desnudo y descubierto a los ojos de Aquel a quIen debemos rendir cuentas.

Y ya que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios, un Sumo Sacerdote insigne que penetró en el cielo, permanezcamos firmes en la confesión de nuestra fe. Porque no tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario, Él fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado.

Vayamos, entonces, confiadamente al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno.

 

Palabra de Dios.



Vivir con santo temor el tiempo presente, tendidos hacia el futuro que Dios nos ofrece: la comunión con él, su «reposo». Esta promesa hecha a Israel es, válida para los creyentes en Cristo, pero la «Buena Nueva» debe ser acogida con fe. El antiguo pueblo de la alianza se cerró el descanso del Señor precisamente por la incredulidad. Este riesgo amenaza al nuevo pueblo de Dios: adherirse a Cristo no significa, asumir un conjunto de nociones teóricas, ni estipular de una vez para siempre un contrato ventajoso... Es, una opción dinámica que requiere un compromiso perseverante, tanto en el ámbito personal, dado que la fe en la Palabra ha de ser constantemente innovada y llevada a la vida, como en el ámbito eclesial, puesto que es en la comunidad de los creyentes donde ha de ser transmitida la Palabra.



 

 

SALMO RESPONSORIAL                                    18, 8-10. 15

 

R.    ¡Tus palabras, Señor, son espíritu y vida!

 

La ley del Señor es perfecta,

reconforta el alma;

el testimonio del Señor es verdadero,

da sabiduría al simple. R.

 

Los preceptos del Señor son rectos,

alegran el corazón;

los mandamientos del Señor son claros,

iluminan los ojos. R.

 

La palabra del Señor es pura,

permanece para siempre;

los juicios del Señor son la verdad,

enteramente justos. R.

 

¡Ojalá sean de tu agrado

las palabras de mi boca,

y lleguen hasta ti mis pensamientos,

Señor, mi Roca y mi redentor! R.

 

 

 


 

   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Marcos

2, 13-17

 

Jesús salió nuevamente a la orilla del mar; toda la gente acudía a Él, y Él les enseñaba. Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió.

Mientras Jesús estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer con Él y sus discípulos; porque eran muchos los que lo seguían. Los escribas del grupo de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a los discípulos: «¿Por qué come con publicanos y pecadores?»

Jesús, que había oído, les dijo: «No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

 

Palabra del Señor.

 

Reflexión


Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, te doy gracias de todo corazón por lo que me regalas. Creo en ti, Señor, pero dame Tú la fe que me falta. Espero en ti, pero ayúdame a realmente abandonar mi vida entera en tus manos amorosas. Te amo, Jesús, ayúdame a experimentar el infinito amor que me tienes. Quiero consolar tu corazón y adorarte con mi vida. Gracias, Jesús, por ser quien eres. Por favor, ven a reinar en mi vida y en la de mis hermanos. Cristo Rey Nuestro, ¡venga tu Reino!



Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Jesús, ¿cómo habrás visto a Mateo?, ¿cómo habrá sido tu voz que con una sola palabra hiciste que un hombre lo dejara todo?

Mateo era un hombre. Un hombre y nada más. No un gran místico, no un fariseo devoto, no un rey poderoso. No, sólo un hombre… ¡Y qué hombre! Un pecador público, un avaro, ladrón y traidor de su patria… sólo un hombre como tantos hombres, un hombre entre tantos hombres…

Quizá ninguno de los que te seguían se hubiera sorprendido de que hubieras llamado a alguien bueno como al joven rico, a Nicodemo o a tu amigo Lázaro… pero ¿a Mateo?, ¿a ese pecador? Sí, Tú lo llamas a él… Como igual me llamas a mí… ¡A MÍ! que tantas veces me creo indigno de tu llamada a la vida, al amor, a la santidad… en particular, Jesús, me llamas a esta última que tantas veces me parece casi inalcanzable…

Sin embargo Tú me llamas a soltar mis seguridades, a dejar mi banco de impuestos, ese pecado que me encadena a las cosas de este mundo, que me hace encerrarme en mí mismo, en mi sacristía, en vez de seguirte con sinceridad y alegría.

San Mateo, intercede por mí para que, al igual que tú, sepa dejar todo lo que me impida seguir al Maestro en una vida cristiana coherente. Que me dé cuenta que Cristo me llama, no por mis méritos, sino porque lo necesito. Pídele a Cristo que me dé la fuerza para responder siempre afirmativamente y con presteza a su llamado a ser un verdadero apóstol de su Reino.

«Todos somos pecadores, todos hemos pecado. Llamando a Mateo, Jesús muestra a los pecadores que no mira su pasado, la condición social, las convenciones exteriores, sino que más bien les abre un futuro nuevo. Una vez escuché un dicho bonito: «No hay santo sin pasado y no hay pecador sin futuro». Esto es lo que hace Jesús. No hay santo sin pasado, ni pecador sin futuro. Basta responder a la invitación con el corazón humilde y sincero. La Iglesia no es una comunidad de perfectos, sino de discípulos en camino, que siguen al Señor porque se reconocen pecadores y necesitados de su perdón. La vida cristiana, entonces, es escuela de humildad que nos abre a la gracia».
(Homilía de S.S. Francisco, 13 de abril de 2016).

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA NATIVIDAD DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA Fiesta

Feliz Aniversario sacerdotal