SEXTA SEMANA DE PASCUA



 

Lectura de los Hechos de los Apóstoles

16, 11-15

 

En aquellos días, nos embarcamos en Tróade y fuimos derecho a Samotracia, y al día siguiente a Neápolis. De allí fuimos a Filipos, ciudad importante de esta región de Macedonia y colonia romana.

Pasamos algunos días en esta ciudad, y el sábado nos dirigimos a las afueras de la misma, a un lugar que estaba a orillas del río, donde suponíamos que se hacía oración. Nos sentamos y dirigimos la palabra a las mujeres que se habían reunido allí.

Estaba escuchando una de ellas, llamada Lidia, negociante en púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios. El Señor le tocó el corazón para que aceptara las palabras de Pablo. Después de bautizarse, junto con su familia, nos pidió: «Si ustedes consideran que he creído verdaderamente en el Señor, vengan a alojarse en mi casa»; y nos obligó a hacerlo.

 

Palabra de Dios.



Estamos en Europa, en Macedonia, la patria de Filipo el padre de Alejandro Magno. La comunidad judía debía de ser exigua, no había sinagoga y las reuniones se celebraban junto al río. Al parecer, prevalece el público femenino, entre el cual destaca una rica comerciante de púrpura. Lidia es el paralelo femenino de Cornelio, una pagana que se había acercado al judaísmo y se había convertido en una «prosélito». Contrariamente a lo que había sucedido en Antioquía, donde algunas mujeres habían participado en la revuelta contra los misioneros, Lidia se siente atraída de inmediato por el mensaje cristiano. Es siempre el Señor quien acompaña a sus testigos y hace eficaz su Palabra cuando y donde cree oportuno.



 

 

SALMO RESPONSORIAL                       149, 1-6a. 9b

 

R.    ¡El Señor ama a su pueblo!

 

Canten al Señor un canto nuevo,

resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;

que Israel se alegre por su Creador

y los hijos de Sión se regocijen por su Rey. R.

 

Celebren su Nombre con danzas,

cántenle con el tambor y la cítara,

porque el Señor tiene predilección por su pueblo

y corona con el triunfo a los humildes. R.

 

Que los fieles se alegren por su gloria

y canten jubilosos en sus fiestas.

Glorifiquen a Dios con sus gargantas;

ésta es la victoria de todos sus fieles. R.

 

 

 


 

 Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan

15, 26--16, 4

 

A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: -

Cuando venga el Paráclito

que Yo les enviaré desde el Padre,

el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre,

Él dará testimonio de mí.

y ustedes también dan testimonio,

porque están conmigo desde el principio.

Les he dicho esto

para que no se escandalicen.

Serán echados de las sinagogas,

más aún, llegará la hora

en que los mismos que les den muerte

pensarán que tributan culto a Dios.

Y los tratarán así

porque no han conocido ni al Padre ni a mí.

Les he advertido esto

para que cuando llegue esa hora,

recuerden que ya lo había dicho.

No les dije estas cosas desde el principio,

porque Yo estaba con ustedes.

 

Palabra del Señor.

 

Reflexión


Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, mantenme firme en la fe; dame tu fuerza para que pueda serte fiel aun en medio de las contrariedades y de los peligros. Que cuando venga la tormenta pueda mantenerme firme en ti, sabiendo que nada malo me podrá suceder si Tú vas a mi lado, si Tú estás en la barca. Vengo en esta mañana a pedirte que acrecientes mi fe en ti, para que jamás dude aunque vea las aguas crecidas y los vientos fuertes.



Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

«Hijo, si te acercas a servir al Señor prepara tu alma para la prueba» (Eclesiástico, 2). Cuántas veces pensamos que podemos servir a dos señores, al mundo y a Dios; pensamos que podemos pactar con los pecadillos y el amor a Jesús. Vivimos así intentando contentar a todos y, al mismo tiempo, no contentamos a ninguno.

Pienso que el ejemplo de la viuda nos puede ayudar mucho. Pensemos en esta pobre mujer que apenas tenía unas pocas monedas para vivir. Su vida entera estaba en esas dos monedas y. ¿qué es lo que hizo? Confió. Se tiró al vació y se dejó guiar por Dios. Optó por darlo todo. Sin duda por su mente pasaron muchas cosas, pero al final se decidió por servir a Dios y Él la vio, se conmovió y la amó profundamente. Pensemos qué mirada tan hermosa la de Jesús al ver a esta pobre anciana.

Y el Evangelio de hoy nos dice que, por seguir a Jesús, seremos expulsados y condenados. Jesús, cuando habla de la vida a su lado insiste en la importancia de morir a nosotros mismos, de dejarlo todo y, en definitiva, de confiar en Él. No podemos pensar que será fácil, pero quien ha dicho que el ganar una carrera lo sea. Hay que ser valientes y fuertes para dar el paso de la confianza. No hay que tener miedo en seguir a Jesús al pie de la cruz, porque al final el amor con el cual Dios nos mirará será grandioso.

«Es el Espíritu quien da testimonio de Jesús. Y cada vez que nosotros sentimos algo en el corazón que nos acerca a Jesús, es el Espíritu quien trabaja dentro. Jesús mismo explicó a sus discípulos la acción del Espíritu: “Os enseñará y os recordará todo lo que os he dicho”. Y el Espíritu continuamente abre el corazón y da testimonio para escuchar y recordar lo que Jesús nos ha enseñado. Pero el testimonio es doble. El Espíritu nos da testimonio de Jesús y nosotros damos testimonio del Señor con la fuerza del Espíritu. Y el Señor insiste en las características de este testimonio —“tal vez los discípulos no comprendían bien”, y añadió: “Os he dicho esto para que no os escandalicéis”. Les explica el precio del testimonio cristiano de forma directa: “Os expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios”».
(Cf Homilía de S.S. Francisco del 2 de mayo de 2016, en santa Marta).

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