Lecturas de hoy / II Semana de Navidad




 Lectura de la primera carta de san Juan

 

3, 7-10

 

Hijos míos,

que nadie los engañe:

el que practica la justicia es justo,

como Dios mismo es justo.

Pero el que peca procede del diablo,

porque el diablo es pecador desde el principio.

Y el Hijo de Dios se manifestó

para destruir las obras del diablo.

El que ha nacido de Dios no peca,

porque el germen de Dios permanece en él;

y no puede pecar,

porque ha nacido de Dios.

Los hijos de Dios y los hijos del diablo

se manifiestan en esto:

el que no practica la justicia no es de Dios,

ni tampoco el que no ama a su hermano.

 

Palabra de Dios.



Juan, frente a la herejía gnóstica, afirma que el criterio distintivo de los hijos de Dios es una conducta recta y justa, como Jesús, que acató la voluntad del Padre. Por el contrario, «el que peca procede del diablo». El combate entre el bien y el mal, entre Cristo y Satán, implica también al cristiano. El pecado, en efecto, es contrario al mundo de Dios y el que peca no puede ser hijo de Dios, sino hijo del diablo, porque Cristo es el vencedor del mal. Él ha instaurado los tiempos de la salvación y llama a sus seguidores a combatir el pecado, a practicar la justicia.

 

 

SALMO RESPONSORIAL                                        97, 1. 7-9

 

R.    ¡El Señor manifestó su victoria!

 

Canten al Señor un canto nuevo,

porque Él hizo maravillas:

su mano derecha y su santo brazo

le obtuvieron la victoria. R.

 

Resuene el mar y todo lo que hay en él,

el mundo y todos sus habitantes;

aplaudan las corrientes del océano,

griten de gozo las montañas al unísono. R.

 

Griten de gozo delante del Señor,

porque Él viene a gobernar la tierra:

El gobernará al mundo con Justicia,

y a los pueblos con rectitud. R.

 

 

 


 

   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Juan

1, 35-42

 

Estaba Juan Bautista con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: «Éste es el Cordero de Dios».

Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús. Él se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: «¿Qué quieren?»

Ellos le respondieron: «Rabbí -que traducido significa Maestro- ¿dónde vives?»

«Vengan y lo verán», les dijo.

Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con Él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde.

Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro. Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: «Hemos encontrado al Mesías», que traducido significa Cristo.

Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas», que traducido significa Pedro.

 

Palabra del Señor.



Maestro, ¿dónde vives? - Ven y verás



Juan, sitúa a Jesús de Nazaret en camino, iniciando su misión. Su presencia no deja indiferente a nadie. “¿Qué buscas?”

Todas las personas, en algún momento de su la vida, se plantean interrogantes y preguntas, pues muchas son las encrucijadas que encuentran y tienen que ir dando respuestas. ¿Qué busco? ¿Dónde puedo encontrar una referencia, un ideal que guie y de sentido a mi vida?

Para los primeros discípulos y para algunos seguidores de Juan el Bautista lo encuentran en Jesús de Nazaret: el Maestro, el Rabí, el Mesías esperado. Es tal el impacto que les produce que nos dejaron por escrito la hora del encuentro: “Eran las cuatro de la tarde”. Hay encuentros en la vida que marcan, dejan huellas y te transforman.

No menos comprometido es hacer la pregunta: “¿Dónde moras?”. Ella lleva a grandes desafíos, a nuevos horizontes. Nos conduce a “su casa”, a la Sinagoga de Nazaret donde expone su proyecto de vida: “Yo vine para que todos tengan vida y vida en abundancia”. 


Hna. María del Mar Revuelta ÁlvarezDominica de la Anunciata

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