Evangelio diario / Lunes 10º Semana del Tiempo Ordinario

 



Evangelio según san Mateo 5, 1-12

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo: “Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados ustedes cuando los insulten y los persigan y los calumnien de cualquier modo por mi causa. Alégrense y regocíjense, porque su recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a ustedes.

Palabra del Señor.



1. Bienaventurados los pobres en espíritu

Los pobres en espíritu son aquellos que reconocen su necesidad de Dios y su dependencia de Él. Este reconocimiento de nuestra pobreza espiritual es el primer paso hacia una vida plena en el Reino de Dios. Es una invitación a la humildad y a la apertura a la gracia divina.

2. Bienaventurados los que lloran

Aquellos que lloran son consolados por Dios. Este llanto puede ser por el pecado, el sufrimiento personal o las injusticias del mundo. Jesús promete consuelo divino y una esperanza más allá del dolor presente.

3. Bienaventurados los mansos

La mansedumbre no es debilidad, sino fuerza controlada. Los mansos, aquellos que son humildes y gentiles, heredarán la tierra, lo que significa que vivirán en armonía con la creación y con los demás, disfrutando de la paz verdadera.

4. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia

Un deseo ferviente de justicia refleja un corazón alineado con el carácter de Dios. Este hambre y sed serán saciados por la justicia de Dios, tanto en este mundo como en el venidero.

5. Bienaventurados los misericordiosos

La misericordia es fundamental en la enseñanza de Jesús. Aquellos que muestran compasión y perdón recibirán la misma misericordia de Dios. Esta bienaventuranza nos llama a vivir una vida marcada por la gracia y la empatía.

6. Bienaventurados los de limpio corazón

Un corazón puro es un corazón sincero y sin doblez, libre de pecado y lleno de amor. Los de limpio corazón tienen la promesa de ver a Dios, lo cual implica una intimidad especial con el Creador.

7. Bienaventurados los pacificadores

Los que buscan la paz y la promueven son llamados hijos de Dios. Esto significa trabajar activamente por la reconciliación y la armonía en un mundo a menudo dividido por conflictos y odio.

8. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia

Ser perseguidos por la justicia implica sufrir por hacer lo correcto y defender la verdad. Jesús asegura que aquellos que enfrentan tal persecución poseen el Reino de los Cielos, ofreciendo esperanza y recompensa eterna.

9. Bienaventurados los que son insultados y perseguidos por causa de Jesús

Finalmente, Jesús anima a sus seguidores a regocijarse cuando sean maltratados por su causa, recordándoles que su recompensa en el cielo es grande y que están en buena compañía con los profetas que también fueron perseguidos.

Conclusión

Las Bienaventuranzas nos presentan un camino radicalmente diferente al que el mundo suele valorar. En lugar de buscar poder, riqueza o placer, Jesús nos llama a vivir en humildad, compasión y justicia. Nos recuerda que las verdaderas bendiciones no se encuentran en lo temporal, sino en la relación con Dios y en vivir de acuerdo a sus principios eternos. Las Bienaventuranzas son una invitación a una vida de amor y servicio, reflejando el corazón de Jesús y el Reino de Dios en el mundo.

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