Evangelio cotidiano / Semana 16ª del tiempo Ordinario




 Evangelio según san Mateo 12, 46-50

En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con Él. Uno se lo avisó: “Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo”. Pero Él contestó al que le avisaba: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?”. Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: “Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre”.

Palabra del Señor.

 

Ser Familia


Este pasaje es uno de los momentos en los que Jesús redefine las relaciones familiares en términos del Reino de Dios, destacando la importancia de la obediencia a la voluntad de Dios sobre los lazos de sangre.

1. La Familia Espiritual

En este pasaje, Jesús nos invita a ver más allá de nuestras relaciones biológicas y a entender que nuestra verdadera familia se compone de aquellos que hacen la voluntad de Dios. Este concepto nos desafía a ampliar nuestro sentido de comunidad y fraternidad, reconociendo que nuestros hermanos y hermanas en la fe son tan importantes como nuestros familiares de sangre.

2. La Prioridad de la Voluntad de Dios

Jesús subraya que hacer la voluntad de Dios es el criterio más importante para pertenecer a su familia espiritual. Esto nos llama a una reflexión profunda sobre nuestras prioridades y acciones diarias. ¿Estamos viviendo de manera que refleje la voluntad de Dios? ¿Ponemos en práctica los valores y enseñanzas de Jesús en nuestras vidas?

3. Redefinición de Relaciones

Jesús redefine las relaciones humanas, no en términos de exclusión, sino de inclusión. No está rechazando a su madre y a sus hermanos biológicos, sino que está ampliando el concepto de familia para incluir a todos aquellos que siguen a Dios. Esto es un llamado a la inclusión, la aceptación y el amor hacia todos los miembros de la comunidad de fe.

4. El Compromiso de Ser Discípulos

Ser considerado hermano, hermana o madre de Jesús implica un compromiso activo de vivir conforme a la voluntad de Dios. No es solo una afiliación pasiva, sino una invitación a participar plenamente en la misión y el propósito de Dios en el mundo. Es un llamado a la acción, a ser discípulos verdaderos que viven el evangelio en cada aspecto de sus vidas.

 

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