Evangelio diario / Orando con la Palabra
Evangelio según san Lucas 9, 7-9
En aquel tiempo, el tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba sobre Jesús y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, en cambio, que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se decía: “A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?”. Y tenía ganas de verlo.
Palabra del Señor.
“¿Quién es este?”
Este breve pasaje nos muestra a Herodes, confundido y turbado por la fama de Jesús. La gente hablaba de milagros y enseñanzas extraordinarias, y él se preguntaba con inquietud: “¿Quién es este?”.
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La pregunta claveHerodes se hace la pregunta más importante que puede hacerse un ser humano: “¿Quién es Jesús?”. Pero no busca la respuesta con fe ni con apertura de corazón, sino con curiosidad y temor. Su mirada está marcada por la culpa (había mandado matar a Juan) y por la confusión.
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El riesgo de la superficialidadHerodes escucha rumores, opiniones, interpretaciones, pero no se decide a encontrarse verdaderamente con Jesús. Prefiere quedarse en la duda y la intriga. Esto nos advierte del riesgo de quedarnos en la superficie: saber de Jesús, pero no conocerlo de verdad.
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Una invitación para nosotrosHoy también el mundo se pregunta: “¿Quién es Jesús?”. Las respuestas son variadas: un sabio, un profeta, un maestro… Pero solo la fe nos permite reconocerlo como el Hijo de Dios vivo, nuestro Salvador.
Para nuestra vida
Este Evangelio nos invita a:
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Hacer nuestra la pregunta de Herodes, pero desde la fe: ¿Quién es Jesús para mí?
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No quedarnos en rumores ni en lo que dicen otros, sino buscar un encuentro personal con Él en la oración y en el Evangelio.
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Pasar de la curiosidad a la decisión: no mirar a Jesús desde lejos, sino acogerlo en nuestra vida.
La pregunta sigue abierta, y la respuesta la damos cada día con nuestra fe y con nuestras obras.
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