Buen Pastor


Das la vida
en el esfuerzo diario,
por alcanzarnos
refugio, seguridad,
alimento.
A menudo,
cegados por los rayos
de la tormenta,
y ensordecidos
por el fragor de los truenos,
nos desorientamos,
hasta acabar
en parajes inhóspitos,
donde lobos hambrientos
pelearán por los despojos
de cada historia
que pudo ser tanto
y se queda en nada.

Pero tú no desistes,
sales a buscarme,
te adentras
por la tierra agreste,
plantas cara a las fieras
y repites,
con voz familiar
y cercana,
mi nombre,
para llevarme,
al fin, a la vida prometida
donde el presente es encuentro,
y el futuro eternidad.

(José María R. Olaizola, sj)

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