Lecturas del día


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Filemón (7-20):

Me alegró y animó mucho tu caridad, hermano, porque tú has aliviado los sufrimientos de los santos. Por eso, aunque tengo plena libertad en Cristo para mandarte lo que conviene hacer, prefiero rogártelo apelando a tu caridad, yo, Pablo, anciano y prisionero por Cristo Jesús. Te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión, que antes era tan inútil para ti, y ahora, en cambio, es tan útil para ti y para mí; te lo envío como algo de mis entrañas. Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en tu lugar, en esta prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo; así me harás este favor, no a la fuerza, sino con libertad. Quizá se apartó de ti para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino mucho mejor: como hermano querido. Si yo lo quiero tanto, cuánto más lo has de querer tú, como hombre y como cristiano. Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí mismo. Si en algo te ha perjudicado y te debe algo, ponlo en mi cuenta; yo, Pablo, te firmo el pagaré de mi puño y letra, para no hablar de que tú me debes tu propia persona. Por Dios, hermano, a ver si me das esta satisfacción en el Señor; alivia mi ansiedad, por amor a Cristo.

Palabra de Dios



La carta a Filemón tenemos que leerla con la mentalidad del siglo I y no desde el siglo XXI. Si algo enseña la historia es que la verdad se conquista poco a poco. Verdades que hoy nos parecen evidentes han tardado siglos en ser asumidas. Una de ellas es la esclavitud. Filósofos griegos famosos, siglos antes de Cristo, afirmaban que era obra de la naturaleza. Por naturaleza unos son esclavos y otros libres. Toda la doctrina de Jesús va en la línea contraria a la esclavitud, todos somos hijos de Dios y hermanos unos de otros. Todos tenemos esta misma dignidad. Nadie es superior a nadie en dignidad. El cristianismo no pudo abolir la esclavitud de buenas a primeras, como nos demuestra esta carta de Pablo, caería como fruta madura basándose en los principios fraternos del evangelio. Desde este contexto histórico, vemos a Pablo pedir a Filemón que reciba a Onésimo, su esclavo, que se escapó de su casa y estaba ayudando a Pablo en su prisión, que le reciba ahora “como algo mucho mejor: como un hermano querido”.




SALMO RESPONSORIAL      145, 7-10


R.    ¡Feliz el que se apoya en ti, Señor!

El Señor mantiene su fidelidad para siempre, hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos. R

El Señor abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados. El Señor ama a los justos y protege a los extranjeros. R.

Sustenta al huérfano y a la viuda y entorpece el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones.  R.






Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas 17, 20-25

Los fariseos le preguntaron a Jesús cuándo llegará el Reino de Dios. Él les respondió: “El Reino de Dios no viene ostensiblemente, y no se podrá decir: ‘Está aquí’ o ‘Está allí’. Porque el Reino de Dios está entre ustedes”. Jesús dijo después a sus discípulos: “Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán. Les dirán: ‘Está aquí’ o ‘Está allí’, pero no corran a buscarlo. Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día. Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación”.

Palabra del Señor.


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?


El Reino de Dios ya está en medio de nosotros. Pero aún falta que llegue a su plenitud con la manifestación gloriosa de Jesucristo. “Ya, pero todavía no”. En esta tensión pasamos nuestra existencia en este mundo. En muchas ocasiones podemos palpar los signos del Reino de Dios, que está presente y obrando como levadura en la masa. Y esto ocurre al mismo tiempo que sufrimos las acciones del anti-Reino, de quienes quieren impedir que la Buena Noticia llegue a cada ser humano.

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