Lecturas del día





Lectura del libro del Apocalipsis
15, 1-4

Yo, Juan, vi en el cielo otro signo grande y admirable: siete Ángeles que llevaban las siete últimas plagas, con las cuales debía consumarse la ira de Dios.
También vi como un mar de cristal, mezclado de fuego. Los que habían vencido a la Bestia, a su imagen y la cifra de su nombre, estaban de pie sobre el mar de cristal, teniendo en sus manos grandes arpas, y cantaban el canto de Moisés, el servidor de Dios, y el canto del Cordero, diciendo:
«¡Grandes y admirables son tus obras,
Señor, Dios todopoderoso;
justos y verdaderos son tus caminos,
Rey de los pueblos!
¿Quién dejará de temerte, Señor,
quién no alabará tu Nombre?
Sólo Tú eres santo,
y todas las naciones vendrán a adorarte,
porque se ha manifestado la justicia de tus actos».

Palabra de Dios.


Apocalipsis: ¿libro de calamidades y destrucción? En realidad, libro de consolación. El texto comienza con la llegada de siete ángeles que van a contribuir a que Dios consume su ira. Sin embargo, lo que se nos narra a continuación habla de otra cosa: Los que han vencido a la Bestia caminan sobre las aguas (muestran haber tenido más fe que Pedro en el mar de Galilea). El fondo del mar es signo de muerte; ellos se mantienen en pie sobre las aguas. Cantan el mismo canto que recorre toda la historia de la salvación, desde Moisés hasta Jesucristo. Las grandes arpas, y la alabanza permanente, nos recuerdan “el cielo”. Esto me dice que ni lo aparentemente más destructivo puede vencer la fuerza del amor de Dios sobre cada ser humano y sobre nuestra historia. El ha hecho una creación buena, y en ella están las posibilidades de bondad, de mejora, de avance de la humanidad. Y sobre todo, El está con nosotros. Finalmente podremos decir: “se ha manifestado la justicia de tus actos”. También me habla de que hay personas que ya han vencido al mal, que le han plantado cada día a día, desde su lucha cotidiana por el bien y la justicia. Invitación a releer nuestro presente, tan cargado de signos de corrupción e injusticia. A tomar parte en esa marea de amor, a poner nuestro granito de arena en esta historia, que es historia de Dios, historia de la Salvación.


SALMO RESPONSORIAL                                       97, 1-3b. 7-9

R.    ¡Grandes y admirables son tus obras, Señor!

Canten al Señor un canto nuevo,
porque Él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria. R.

El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel. R.

Resuene el mar y todo lo que hay en él,
el mundo y todos sus habitantes;
aplaudan las corrientes del océano,
griten de gozo las montañas al unísono. R.

Griten de gozo delante del Señor,
porque Él viene a gobernar la tierra:
Él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con rectitud. R.





  Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas
21, 10-19

Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida:
Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes: se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo.
Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados: los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí.
Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque Yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir.
Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?


Señor, Jesús, que supiste dar confianza de tu confianza en Dios, especialmente en los momentos de dificultad: en el cansancio de los caminos de Judea, en la predicación estéril a tus propios convecinos, en la asechanza constante de los fariseos, en la angustia y la soledad de huerto de los olivos, en la traición de los amigos, en el camino doloroso y humillante hacia el Gólgota, en la agonía de la muerte, en el sin-sentido, en la oscuridad…

Danos un corazón como el tuyo, confiado y paciente, para que también nosotros seamos capaces de dar testimonio en las dificultades, grandes o pequeñas, que acompañan nuestra vida de discípulos; ayúdanos, Señor, a parecernos a ti, que eres manso y humilde de corazón; enséñanos a ser discípulos, no sólo en la comodidad de los días claros y limpios, sino también en los problemas que nos inquietan cada día; que tu luz brille siempre, Señor, y nos ilumine en todas nuestras oscuridades. Amén. (oración tomada de rezandovoy.org).

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