DOMINGO II° DE ADVIENTO




Lectura del libro de Baruc
5, 1-9
Quítate tu ropa de duelo y de aflicción, Jerusalén,
vístete para siempre con. el esplendor de la gloria de Dios,
cúbrete con el manto de la Justicia de Dios,
coloca sobre tu cabeza la diadema de gloria del Eterno.
Porque Dios mostrará tu resplandor
a todo lo que existe bajo el cielo.
Porque recibirás de Dios para siempre este nombre:
«Paz en la justicia» y «Gloria en la piedad.»

Levántate, Jerusalén, sube a lo alto
y dirige tu mirada hacia el Oriente:
mira a tus hijos reunidos desde el oriente al occidente
por la palabra del Santo,
llenos de gozo, porque Dios se acordó de ellos.
Ellos salieron de ti a pie, llevados por enemigos,
pero Dios te los devuelve,
traídos gloriosamente como en un trono real.

Porque Dios dispuso que sean aplanadas
las altas montañas y las colinas seculares,
y que se rellenen los valles hasta nivelar la tierra,
para que Israel camine seguro bajo la gloria de Dios.
También los bosques y todas las plantas aromáticas
darán sombra a Israel por orden de Dios,
porque Dios conducirá a Israel en la alegría,
a la luz de su gloria,
acompañándolo con su misericordia y su justicia.

Palabra de Dios.


Contempla a tus hijos, gozosos invocando a Dios. Más que un comentario histórico de este pasaje del Libro de Baruc, referido a Jerusalén, yo prefiero que nos lo apliquemos a cada uno de nosotros. El salmo 184 dice que la justicia y la paz se besan, se abrazan, y es que ni en un pueblo, ni siquiera en una persona particular, puede haber paz si no hay justicia y no puede haber justicia si no hay paz. Paz interior y paz exterior, porque las guerras y toda división fratricida producen siempre peleas e injusticias. Procuremos, pues, vivir en paz con nosotros mismos y con los demás y procuremos igualmente ser personas justas en todas nuestras acciones y comportamientos, dentro de la propia familia, con los amigos, con los conocidos, y con el Estado en el que vivimos y convivimos. Para conseguir esto necesitamos ser suficientemente generosos, es decir, luchar continuamente contra el egoísmo que hay en cada uno de nosotros desde que nacemos.


SALMO RESPONSORIAL                           125, 1-6

R.    ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros!

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía que soñábamos:
nuestra boca se llenó de risas
y nuestros labios, de canciones. R.

Hasta los mismos paganos decían:
«¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!»
¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros
y estamos rebosantes de alegría! R.

¡Cambia, Señor, nuestra suerte
como los torrentes del Négueb!
Los que siembran entre lágrimas
cosecharán entre canciones. R.

El sembrador va llorando
cuando esparce la semilla,
pero vuelve cantando
cuando trae las gavillas. R.




Lectura de la carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Filipos
1, 4-11

Hermanos:
Siempre y en todas mis oraciones pido con alegría por todos ustedes, pensando en la colaboración que prestaron a la difusión del Evangelio, desde el comienzo hasta ahora. Estoy firmemente convencido de que Aquél que comenzó en ustedes la buena obra la irá completando hasta el Día de Cristo Jesús. Y es justo que tenga estos sentimientos hacia todos ustedes, porque los llevo en mi corazón, ya que ustedes, sea cuando estoy prisionero, sea cuando trabajo en la defensa y en la confirmación del Evangelio, participan de la gracia que he recibido.
Dios es testigo de que los quiero tiernamente a todos en el corazón de Cristo Jesús. Y en mi oración pido que el amor de ustedes crezca cada vez más en el conocimiento y en la plena comprensión, a fin de que puedan discernir lo que es mejor. Así serán encontrados puros e irreprochables en el Día de Cristo, llenos del fruto de justicia que proviene de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.

Palabra de Dios.


Los primeros cristianos de Filipos ayudaron mucho a san Pablo, incluso hasta con ayuda económica. San Pablo les tenía un especial cariño. También nosotros, creo yo, debemos ser siempre agradecidos a los que nos ayudan, de cualquier manera que sea. Y no nos dé reparo alguno en decírselo clara y abiertamente; cuando de verdad queremos a una persona debemos decírselo, porque a nadie le disgusta que le digan que le están agradecido y que le quieren. Es bueno que ayudemos a los demás siempre que podamos, en cualquier cosa que lo necesiten; de bien nacido es ser agradecido. Y hagámoslo con alegría y con generosidad.

Gabriel González del Estal





 Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas
3, 1-6

El año decimoquinto del reinado del emperador Tiberio, cuando Poncio Pilato gobernaba la Judea, siendo Herodes tetrarca de Galilea, su hermano Filipo tetrarca de Iturea y Traconítide, y Lisanias tetrarca de Abilene, bajo el pontificado de Anás y Caifás, Dios dirigió su palabra a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto. Este comenzó entonces a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados, como está escrito en el libro del profeta Isaías:

«Una voz grita en el desierto:
Preparen el camino del Señor,
allanen sus senderos.
Los valles serán rellenados,
las montañas y las colinas serán aplanadas.
Serán enderezados los senderos sinuosos
y nivelados los caminos desparejos.
Entonces, todos los hombres
verán la Salvación de Dios».

Palabra del Señor.


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? 

 En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea... vino la palabra de Dios. En el año 2018 de la era cristiana, cuando estamos a punto de celebrar la Navidad... viene la Palabra de Dios. La Palabra de Dios no nos cuenta hechos del pasado. La Palabra de Dios se hace realidad en cada circunstancia concreta.
     "Señor, ayúdanos a escuchar tu Palabra"
     "¿Qué me quieres decir en este momento concreto de mi vida?"

 Vino la palabra de Dios a Juan en el desierto. No es casualidad que Juan escuche la Palabra de Dios en el desierto. El desierto es el lugar del silencio. Para escuchar la voz de Dios no es necesario hacerse ermitaño ni irse al desierto. Pero hace falta dejar por un momento el ruido, las cosas y las personas; hay que serenarse y escuchar.
     "Señor, concédeme amar el silencio"
     "Dame Señor silencio para escucharte en el ruido de mi vida"
     "Perdona Jesús mi falta de interioridad, de escucha"

Preparen el camino del Señor. Juan no es el Señor, nosotros tampoco somos el Señor. Pero preparamos su llegada. Nuestra vida, como la de Juan, ha de ayudar a otros a encontrarse con el Señor, para que todos disfruten de la salvación de Dios, del amor de Dios.
     "Perdona Señor porque a veces creo que yo soy el Salvador"
     "Dame fuerza para elevar los valles del amor y la fe"
     "Concédenos rebajar las colinas de la desilusión y la injusticia"



Una vez más me invitas
a preparar los caminos, los nuevos y los de siempre,
por donde Tú vienes trayendo buenas noticias.
Gracias, Señor.

Porque cuentas conmigo
para allanar colinas y valles
y para desterrar mentiras y opresiones...
Gracias, Señor.

Porque te pones en la senda
por la que yo voy caminando
para que te encuentre...
Gracias, Señor.

Porque entras en mi casa
y quieres hacer de ella una morada nueva
para todos los que caminan y se acercan...
Gracias, Señor.

Porque puedo proclamar,
después de haber sentido y vivido tu toque de gracia,
que el bautismo con Espíritu Santo nos recrea.
Gracias, Señor.

Una vez más me invitas
a adentrarme en el desierto para hacerme persona nueva
acogiendo a tus mensajeros y tu evangelio.
Gracias, Señor.

Tú me has encontrado,
y ese toque tan tuyo me está transformando.
La vida ya germina dentro de mí.
Gracias, Señor.

Florentino Ulibarri

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