DOMINGO IVº DE ADVIENTO





Lectura de la profecía de Miqueas
5, 1-4a

Así habla el Señor:
Y tú, Belén de Efratá,
tan pequeña entre los clanes de Judá,
de ti me nacerá el que debe gobernar a Israel:
sus orígenes se remontan al pasado,
a un tiempo inmemorial.

Por eso, el Señor los abandonará
hasta el momento en que dé a luz
la que debe ser madre;
entonces el resto de sus hermanos
volverá junto a los israelitas.
Él se mantendrá de pie y los apacentará
con la fuerza del Señor,
con la majestad del nombre del Señor, su Dios.

Ellos habitarán tranquilos,
porque él será grande
hasta los confines de la tierra.
¡Y Él mismo será la paz!

Palabra de Dios.


Como sucede en muchos oráculos proféticos no hay nitidez entre el presente inmediato y el futuro. Si miramos el texto en profundidad podría inferir algunos aspectos interesantes y teológicos: Del nuevo rey se destaca: 1) sus orígenes humildes, como humildes fueron los orígenes de David, significados en la aldea de Belén; 2) su continuidad con la dinastía davídica, que gobierna al pueblo "desde tiempo inmemorial"; 3) será el final del tiempo actual de abandono y dispersión: el pueblo entero, incluso el Reino del Norte destruido, será nuevamente reunido; 4) en él se manifestará la obra de Dios que, a través de este rey, velará por su pueblo; 5) el objetivo es que el pueblo pueda vivir en paz, liberado de las angustias que ahora sufre: por eso este rey tiene como nombre la misma paz.


SALMO RESPONSORIAL                                      79, 2ac. 3b. 15-16. 18-19

R.    ¡Restáuranos, Señor; y seremos salvados!

Escucha, Pastor de Israel,
Tú que tienes el trono sobre los querubines,
resplandece, reafirma tu poder
y ven a salvamos. R.

Vuélvete, Señor de los ejércitos,
observa desde el cielo y mira:
ven a visitar tu vid, la cepa que plantó tu mano,
el retoño que Tú hiciste vigoroso. R.

Que tu mano sostenga al que está a tu derecha,
al hombre que Tú fortaleciste,
y nunca nos apartaremos de ti:
devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre. R.




Lectura de la carta a los Hebreos
10, 5-10

Hermanos:
Cristo, al entrar en el mundo, dijo:
«Tú no has querido sacrificio ni oblación,
en cambio me has dado un cuerpo;
No has mirado con agrado los holocaustos
Ni los sacrificios expiatorios.
Entonces dije: Dios, aquí estoy, yo vengo
-como está escrito de mí en el libro de la Ley-
para hacer tu voluntad».
Él comienza diciendo: «Tú no has querido ni has mirado con agrado los sacrificios, los holocaustos, ni los sacrificios expiatorios, a pesar de que están prescritos por la Ley». Y luego añade: «Aquí estoy, yo vengo para hacer tu voluntad». Así declara abolido el primer régimen para establecer el segundo. Y en virtud de esta voluntad quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez para siempre.

Palabra de Dios.




    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas
1, 39-45

Durante su embarazo, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:
«¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».

Palabra del Señor.



MARIA, DESTELLO DE LA NAVIDAD

1.- Poco margen tenemos, en el presente año, entre el IV Domingo de Adviento y la Natividad del Señor. Pero, incluso en ese corto espacio, María emerge como la gran figura de esta liturgia que nos llevará, mañana ya, a la Solemne Misa del Gallo. No podía faltar, María Madre de Dios, como aquella que nos trae al Salvador en este tiempo de adviento. 

2.- Con María, llegó la expectación. ¡Todo está a punto de cumplirse! El “sí” de aquella mañana en Nazaret, nos traerá en las próximas horas al Dios con nosotros. Creyó, esperó y se brindó a todo lo que Dios le pidió. ¿Se puede aguardar más de una mujer que fue un cheque en blanco para el Señor?
María, la mujer que se vació totalmente para Dios, está llena a rebosar del Espíritu. Colmada de las promesas que nuestros antiguos confiaban en ver. Seremos nosotros los que en el día de Navidad, contemplemos cara a cara lo que ha germinado en el interior de una Virgen.

3.- A Ella, y no lo olvidemos, le debemos la primera Navidad. ¿Cómo celebrar cristianamente estos próximos días? ¿En dónde poner el acento? ¿Cómo conseguir que Dios siga naciendo en nosotros? En María, tenemos la respuesta. Sus actitudes, su forma de ser, su personalidad y su figura, nos dan el tono para desarrollar la melodía que a Dios más le gusta. No lo dudemos, en María, se dan una serie de virtudes y de gracias que, al imitarlas, damos con el secreto y en el clavo para complacer a Dios y para hacer el Evangelio realidad.
¡Sí! Con María llegó la esperanza. No podemos dejar de lado a ninguna de las dos: ni a María, porque es fuente de esperanza, ni a la esperanza, porque es la mejor radiografía de una mujer que amó en su corazón y con locura a Dios, mucho antes que recibirlo en sus propias entrañas.
4. ¡Qué gran pórtico el de la Navidad! ¡María Virgen! Celebremos con gozo santo estos próximos días. Dejémonos guiar por esta estrella que ilumina los senderos que conducen a Belén. Miremos a esta mujer que, siendo pequeña, es grande y confidente en cuanto que nos enseña a renovar nuestras personas para que Dios pueda también en nosotros nacer.
Miremos hacia el cielo ¿No la ves? ¿Quién ha dicho que solo aparecerá una estrella en el amplio universo? Hoy, en este cuarto domingo de adviento, María es también un destello que marca los compases del caminante que quiere marchar sin detenerse hacia Belén.

6.- Que apuremos estas últimas horas. Preparemos, por supuesto, el encuentro familiar: la mesa, los dulces, el calor, el belén o el árbol. Pero, que entre todo ello, no olvidemos lo más importante. Dios para nacer necesita de un corazón bien dispuesto. Que cuando llegue en las próximas horas encuentre también una oración en nuestras casas. Que los villancicos sean un distintivo musical de estas jornadas, que además de familiares, son días de fe. En definitiva, ya que Dios sale a nuestro encuentro en un Niño que se mueve en los fondos de Santa María, que salgamos también nosotros alegres, llenos de fe, preparados, convertidos y dispuestos a que sean unas navidades santas y cristianas.

Javier Leoz

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