¡Qué gran noticia, Señor!
Que, el hombre, ya no conocerá
la muerte para siempre.
Que, el pecado, ha sido con creces perdonado.
Que, la vida, vence sobre el horizonte oscuro.
Que, la luz, brillará –en un futuro– permanentemente.
¡Qué gran noticia, Señor!
Bajaste al sepulcro y, al tercer día, regresaste.
Bajaste al sepulcro sólo, y subes con vida para todos.
Bajaste al sepulcro muerto,
y regresas con una vida resucitada
¡Qué gran noticia, Señor!
Estábamos con grilletes esclavos de la muerte,
y ahora libres.
Estábamos preocupados por la noche oscura,
y ahora cantamos a pleno día.
Estábamos llenos de dudas, y el sepulcro abierto
nos da una certeza: ¡Vives!
¡Qué gran noticia, Señor!
Te sentimos vivo, operante, activo y presente.
Te sentimos cercano en el amor,
y alentando nuestra esperanza.
Te sentimos dándonos impulso y calor,
para ser hombres nuevos.
Te sentimos soplando las brasas de nuestra Fe,
para que nunca se apague.
¡Qué gran noticia, Señor!
Si Tú has vuelto, nosotros volveremos.
Si Tú no has muerto para siempre,
nosotros resucitaremos un día.
Si Tú has muerto por unos días,
nosotros moriremos por unas noches.
Si Tú has vuelto después de tanto,
nosotros volveremos después de todo.
¡Qué gran noticia, Señor!
Hemos pasado del sinsentido a la comprensión de todo.
Hemos pasado de la inquietud a la paz.
Hemos pasado de la tierra al cielo.
Hemos pasado de los dioses a Dios.
Hemos pasado del odio al amor.
Hemos pasado de la muerte a la Vida.
¡Qué gran noticia, Señor!
Correremos hacia los vivos: ¡Estás vivo!
Correremos hacia la fraternidad: ¡Eres amor!
Correremos hacia el pan: ¡Eres Eucaristía!
Correremos hacia iglesia: ¡Es cosa tuya, Señor!
Correremos hacia la vida:
¡Eres resurrección, Señor!
P. Javier Leoz
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