Contigo en el desierto, Señor



Escucharé al silencio que habla
y la Palabra que resuena.
Me sentiré preparado para la misión,
para así, ofrecerme hasta  desgastarme
contigo y por Ti, mi Señor.

¿Por qué vas a un desierto, Jesús?
¿Qué te brindan la arena y las montañas
sin alimento ni nada con lo que sustentarte?
El desierto habla,
cuando el mundo calla.
Hace al cuerpo y a la fe, fuertes y resistentes
ante tantas cosas que los debilitan.

Llévame contigo al desierto, Señor,
porque sin necesidad de estar
en la aridez de esa tierra desértica,
también aquí y ahora soy tentado:
por el afán de tener,
por el deseo del poder,
por la ambición de ser adorado.

Contigo en el desierto, Señor,
seré fiel hasta el final
me prepararé a la dureza de la cruz,
saldré victorioso frente al mal.
Romperé con aquella tentación
que me persigue como si fuera
mi misma sombra.
Dame, Señor, valor para triunfar sobre ellas.
Concédeme, la valentía necesaria
para demostrarte mi fidelidad y mí entrega.

Quiero  estar contigo en el desierto:
con Dios, fortaleza,
con Dios, salvación,
con Dios, poderoso,
con Dios, santo,
con Dios, único Dios.
Quiero  subir contigo, Señor,
a celebrar tu Pascua, Señor.
Amén.

P. Javier Leoz

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