Lecturas del día / SEGUNDA SEMANA DE PASCUA



Lectura de los Hechos de los Apóstoles
4, 23-31

Una vez que Pedro y Juan fueron puestos en libertad, regresaron adonde estaban sus hermanos, y les contaron todo lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y los ancianos. Al oírlos, todos levantaron la voz y oraron a Dios unánimemente: «Señor, Tú hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos; Tú, por medio del Espíritu Santo, pusiste estas palabras en labios de nuestro padre David, tu servidor:
“¿Por qué se amotinan las naciones
y los pueblos hacen vanos proyectos?
Los reyes de la tierra se rebelaron
y los príncipes se aliaron
contra el Señor y contra su Ungido".
Porque realmente se aliaron en esta ciudad Herodes y Poncio Pilato con las naciones paganas y los pueblos de Israel, contra tu santo servidor Jesús, a quien Tú has ungido.
Así ellos cumplieron todo lo que tu poder y tu sabiduría habían determinado de antemano. Ahora, Señor, mira sus amenazas, y permite a tus servidores anunciar tu Palabra con toda libertad: extiende tu mano para que se realicen curaciones, signos y prodigios en el nombre de tu santo servidor Jesús».
Cuando terminaron de orar, tembló el lugar donde estaban reunidos; todos quedaron llenos del Espíritu Santo y anunciaban decididamente la Palabra de Dios.

Palabra de Dios.


Ojalá supiéramos interpretar y «rezar» nuestra historia desde la perspectiva de Dios. Por ejemplo, a partir de los salmos. Con ellos no hacemos un ejercicio de memoria histórica. Cuando los rezamos pedimos a Dios que salve a los hombres de nuestra generación, alabamos a Dios desde nuestra historia, meditamos sobre el bien y el mal tal como se presentan en nuestra vida de cada día, protestamos del mal que hay ahora en el mundo, no por el que existía hace dos mil quinientos años. Como la primera generación aplicaba el s.2 a su historia, nosotros los tendríamos que hacer nuestros, con su actitud de alabanza, de súplica o de protesta. Una oración así da intensidad y a la vez serenidad a nuestra visión de la historia. Otra lección que nos da la comunidad de Jerusalén: ¿tenemos ese amor a la evangelización que tenían ellos? ¿Estamos dispuestos a ir a la cárcel, o soportar algún fracaso, o entregar nuestras mejores energías para que la Buena Nueva de Cristo Jesús se vaya extendiendo en torno nuestro? ¿Andamos preocupados por nuestro bienestar, o por la eficacia de la evangelización en medio de este mundo a veces hostil?


SALMO RESPONSORIAL                                2, 1-9

R.    ¡Felices los que se refugian en ti, Señor!

¿Por qué se amotinan las naciones
y los pueblos hacen vanos proyectos?
Los reyes de la tierra se sublevan,
y los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Ungido:
«Rompamos sus ataduras, librémonos de su yugo». R.

El que reina en el cielo se sonríe;
el Señor se burla de ellos.
Luego los increpa airadamente
y los aterra con su furor:
«Yo mismo establecí a mi Rey
en Sión, mi santa Montaña». R.

Voy a proclamar el decreto del Señor:
Él me ha dicho: «Tú eres mi hijo, Yo te he engendrado hoy.
Pídeme, y te daré las naciones como herencia,
y como propiedad, los confines de la tierra.
Los quebrarás con un cetro de hierro,
los destrozarás como a un vaso de arcilla». R.




    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Juan
3, 1-8

Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, que era uno de los notables entre los judíos. Fue de noche a ver a Jesús y le dijo: «Maestro, sabemos que Tú has venido de parte de Dios para enseñar, porque nadie puede realizar los signos que Tú haces, si Dios no está con Él».
Jesús le respondió:
«Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios».
Nicodemo le preguntó: «¿Cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y volver a nacer?»
Jesús le respondió: «Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.
Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu.
No te extrañes de que te haya dicho: "Ustedes tienen que renacer de lo alto".
El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va.
Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu».

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Nicodemo fue a hablar con Jesús de noche. Era de noche porque no había nacido de nuevo, porque no había nacido del Espíritu. Era de noche, pero se acercó a la luz, a la Luz.
            “Aunque sea de noche en mi corazón, me acerco a Ti”
            “Que nunca me acostumbre a caminar a oscuras, Señor”


Nicodemo alaba a Jesús, pero Jesús no se deja halagar. Mas bien plantea al visitante nocturno un paso adelante: “hay que nacer de nuevo”. En nuestro camino de fe estamos llamados a avanzar siempre. No podemos detenernos. Tenemos tanto camino por recorrer...
            “Señor ¿por dónde tengo que avanzar?”
            “No dejes que me conforme con la mediocridad”

Nacer de nuevo. Nadie puede nacer por sí mismo. Necesita un padre y una madre: El Espíritu y el agua (los sacramentos). Tenemos que salir de la comodidad, acercarnos a los pobres, a la comunidad cristiana... para que nos dé el aire del Espíritu y podamos renacer.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, me esfuerzo cada día por seguirte, aunque muchos de mi amigos pasen de Ti. Busco la verdad y la justicia, como Nicodemo.

Y Tú me pides algo desconcertante: "nacer de nuevo". ¿Nacer de nuevo a mi edad, Señor? ¡A duras penas consigo corregir mis defectos, como para "nacer de nuevo"! Pídeme, Señor, que comparta algo con los pobres. Pídeme, Señor, que asuma algún compromiso. Estoy dispuesto a hacer cosas por ti y por los demás.

Pero no me pidas "nacer de nuevo". No sé qué es "nacer de nuevo", No sé cómo podría "nacer de nuevo". Me resisto a "nacer de nuevo", aunque intuyo que ese es el verdadero camino. Rompe las rutinas, las seguridades, los apegos que no me dejan "nacer de nuevo". Ayúdame a entender que yo solo no puedo "nacer de nuevo". Nadie puede darse a luz a uno mismo. Sólo Tú, sólo tu Espíritu, sólo tu Amor pueden hacer posible que yo "nazca de nuevo". Ayúdame, Señor, a abrirte mi corazón de par en par. Ayúdame a dejarme conducir por tu Espíritu. Ayúdame a dejarme transformar por tu Amor.

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