Liturgia - Lecturas del día




Lectura del libro de Jeremías
3, 14-17

¡Vuelvan, hijos apóstatas -oráculo del Señor- porque Yo soy el dueño de ustedes! Yo los tomaré, a uno de una ciudad ya dos de una familia, y los conduciré a Sión. Después les daré pastores según mi corazón, que los apacentarán con ciencia y prudencia. y cuando ustedes se hayan multiplicado y fructificado en el país, en aquellos días -oráculo del Señor- ya no se hablará más del Arca de la Alianza del Señor, ni se pensará más en ella; no se la recordará, ni se la echará de menos, ni se la volverá a fabricar.
En aquel tiempo, se llamará a Jerusalén "Trono del Señor"; todas las naciones se reunirán en ella, y ya no seguirán más los impulsos de su corazón obstinado y perverso.

Palabra de Dios.


Leemos en Jeremías -como lo habíamos hecho en Miqueas una querella judicial de Yahvé contra su pueblo. Esta vez pone como testigos a los cielos, para que oigan su queja. ¿Qué había hecho Yahvé? Sólo el bien: había liberado al pueblo, lo había conducido con cariño inmenso a la tierra prometida. ¿Cómo respondió Israel? Al principio, en el desierto -reciente todavía la salida de Egipto- sí, amaba a Dios con amor de novia y le seguía. Pero luego, cuando entró en Canaán, se sucedieron las infidelidades: profanaron la Alianza con toda clase de idolatrías. Los sacerdotes, los doctores de la ley, los pastores y los profetas -las clases dirigentes- fueron los primeros en desviarse de su deber, dando mal ejemplo a todos. Unos y otros cayeron en la peor necedad: «me abandonaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron cisternas, cisternas agrietadas, que no retienen el agua». ¿Mereceríamos nosotros, los cristianos este reproche de Dios?



SALMO RESPONSORIAL                                                     Jer 31,  l0-12b. 13

R.    El Señor nos cuidará como un pastor

¡Escuchen, naciones, la palabra del Señor,
anúncienla en las costas más lejanas!
Digan: «El que dispersó a Israel lo reunirá,
y lo cuidará como un pastor a su rebaño». R.

Porque el Señor ha rescatado a Jacob,
lo redimió de una mano más fuerte que él.
Llegarán gritando de alegría a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor. R.

Entonces la joven danzará alegremente,
los jóvenes y los viejos se regocijarán;
Yo cambiaré su duelo en alegría,
los alegraré y los consolaré de su aflicción. R.





   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo
13, 18-23

Jesús dijo a sus discípulos:
Escuchen lo que significa la parábola del sembrador. Cuando alguien oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que había sido sembrado en su corazón: éste es el que recibió la semilla al borde del camino.
El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al escuchar la Palabra, la acepta enseguida con alegría, pero no la deja echar raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o una persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe.
El que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto.
Y el que la recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende. Este produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno.

Palabra del Señor.
  
Reflexión

¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

¿En qué grupo nos situamos nosotros? Seguramente que en todos un poco, aunque quizá nos identifiquemos más con alguno:
- ¿Se ha endurecido nuestro corazón como un camino, de tal manera que no podemos ni siquiera recibir la palabra de Dios?
- ¿Somos de los que empezamos con alegría muchos proyectos y no acabamos ninguno?
- ¿Qué domina más en nuestra vida real, el amor a Jesucristo o los afanes de este mundo?
- Seguro que también estamos dando frutos. Es necesario reconocerlo para dar gracias a Dios y para animar la esperanza.

Después de hacer tu radiografía personal, piensa delante de Dios:
- cómo puede roturar tus zonas más duras y cerradas,
- que significa para ti quitar piedras y zarzas.

¿Qué te dice Dios?

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