Liturgia - Lecturas del día


 


 

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo

a los cristianos de Corinto

8, 1. 4b-13

 

Hermanos:

Con respecto a la carne sacrificada a los ídolos, todos tenemos el conocimiento debido, ya lo sabemos, pero el conocimiento llena de orgullo, mientras que el amor edifica.

Sabemos bien que los ídolos no son nada en el mundo y que no hay más que un solo Dios. Es verdad que algunos son considerados dioses, sea en el cielo o en la tierra: de hecho, hay una cantidad de dioses y una cantidad de señores. Pero para nosotros, no hay más que un solo Dios, el Padre, de quien todo procede y a quien nosotros estamos destinados, y un solo Señor, Jesucristo, por quien todo existe y por quien nosotros existimos.

 

Sin embargo, no todos tienen este conocimiento. Algunos, habituados hasta hace poco a la idolatría, comen la carne sacrificada a los ídolos como si fuera sagrada, y su conciencia, que es débil, queda manchada. Ciertamente, no es un alimento lo que nos acerca a Dios: ni por dejar de comer somos menos, ni por comer somos más. Pero tengan cuidado que el uso de esta libertad no sea ocasión de caída para el débil.

Si alguien te ve a ti, que sabes cómo se debe obrar, sentado a la mesa en un templo pagano, ¿no se sentirá autorizado, a causa, de la debilidad de su conciencia, a comer lo que ha sido sacrificado a los ídolos? Y así, tú, que tienes el debido conocimiento, haces perecer al débil, ¡ese hermano por el que murió Cristo!

Pecando de esa manera contra sus hermanos e hiriendo su conciencia, que es débil, ustedes pecan contra Cristo. Por lo tanto, si un alimento es ocasión de caída para mi hermano, nunca probaré carne, a fin de evitar su caída.

 

Palabra de Dios.



Esta vez la consulta se refiere a las carnes inmoladas a los ídolos ("comer lo sacrificado"). Estaban acostumbrados, antes de convertirse, a participar en banquetes  en honor de los dioses. ¿Pueden continuar haciéndolo?  Como ya saben que tales dioses no existen, porque sólo existe un Dios, el Padre de Jesús, podrían comer tranquilamente cuando asisten a una cena a la que han sido invitados. Este razonamiento lo saben hacer los "fuertes", los que están liberados de escrúpulos. Pero hay otros que son "débiles": y Pablo quiere que se respete a estos de conciencia más delicada, que se podrían escandalizar. El criterio de la caridad es más importante que el de la sabiduría, o incluso que el de los derechos propios. Uno puede ser "progresista" en sus ideas y en sus costumbres. Pero la delicadeza para con la conciencia de los demás es una finura espiritual que se nos puede exigir como una manera concreta de caridad fraterna.

 

 

SALMO RESPONSORIAL                   138, 1-3. 13-14b. 23-24

 

R.    ¡Llévame por el camino eterno, Señor!

 

Señor, Tú me sondeas y me conoces

Tú sabes si me siento o me levanto;

de lejos percibes lo que pienso,

te das cuenta si camino o si descanso,

y todos mis pasos te son familiares. R.

 

Tú creaste mis entrañas,

me plasmaste en el seno de mi madre:

te doy gracias porque fui formado de manera tan admirable.

¡Qué maravillosas son tus obras! R.

 

Sondéame, Dios mío, y penetra mi interior;

examíname y conoce lo que pienso;

observa si estoy en un camino falso

y llévame por el camino eterno. R.

 

 

 


  Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

6, 27-36

 

Jesús dijo a sus discípulos:

Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames.

Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquéllos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquéllos que los aman. Si hacen el bien a aquéllos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquéllos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.

Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los desagradecidos y los malos.

Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.

 

Palabra del Señor.

 

Reflexión


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Las palabras de este Evangelio son tan fáciles de entender como difíciles de vivir. Creo que a todos nos parecen preciosas, pero quizá irrealizables. Sin embargo, no las pronunció Jesús para que se escribiera una de las páginas más bonitas del Evangelio. Jesús las predicó y, más aún, las vivió, para que también nosotros las vivamos.
"Señor, haznos parecidos a ti"
"Perdona nuestras revanchas y violencias"
"Danos tu Espíritu de paz"

¿Por qué tenemos que vivir de esta manera? Jesús nos da la razón más profunda: Dios es compasivo con todos, hace salir el sol para buenos y malos. Y nosotros, creados a su imagen, estamos llamados a ser y a vivir de la misma forma. Si Dios te ama cuando te conviertes en su enemigo, si presenta mil veces la mejilla, si te da todo lo suyo... ¿qué motivos tenemos para no hacer lo mismo con los hermanos?

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