Liturgia - Lecturas del día


 


 

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo

a los cristianos de Corinto

4, 6b-16

 

Hermanos:

Yo les puse mi ejemplo y el de Apolo, a fin de que aprendan de nosotros el refrán: "No vayamos más allá de lo que está escrito", y así nadie tome partido orgullosamente en favor de uno contra otro. En efecto, ¿con qué derecho te distingues de los demás? ¿Y qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido? ¡Será que ustedes ya están satisfechos! ¡Será que se han enriquecido o que se han convertido en reyes, sin necesidad de nosotros! ¡Ojalá que así fuera, para que nosotros pudiéramos reinar con ustedes!

Pienso que a nosotros, los Apóstoles, Dios nos ha puesto en el último lugar, como condenados a muerte, ya que hemos llegado a ser un espectáculo para el mundo, para los ángeles y los hombres. Nosotros somos tenidos por necios, a causa de Cristo, y en cambio, ustedes son sensatos en Cristo. Nosotros somos débiles, y ustedes, fuertes. Ustedes gozan de prestigio, y nosotros somos despreciados. Hasta ahora sufrimos hambre, sed y frío. Somos maltratados y vivimos errantes. Nos agotamos, trabajando con nuestras manos. Nos insultan y deseamos el bien. Padecemos persecución y la soportamos. Nos calumnian y consolamos a los demás. Hemos llegado a ser como la basura del mundo, objeto de desprecio para todos hasta el día de hoy.

No les escribo estas cosas para avergonzarlos, sino para reprenderlos como a hijos muy queridos. Porque, aunque tengan diez mil preceptores en Cristo, no tienen muchos padres: soy yo el que los ha engendrado en Cristo Jesús, mediante la predicación de la Buena Noticia. Les ruego, por lo tanto, que sigan mi ejemplo.

 

Palabra de Dios.




Buen espejo en el que mirarse los que han recibido en la comunidad alguna clase de responsabilidad. El principio, debe ser la humildad. Ayer nos decía que somos servidores, no dueños. Hoy apostrofa a los que creen ser algo. ¿Se podría decir que nos buscamos a nosotros mismos o el poder, en nuestro servicio a los demás? ¿Reaccionamos con la humildad de Pablo ante las críticas e incluso frente a los desplantes que podamos sufrir en nuestro trabajo? El que está lleno de sí mismo es el que se perturba y se hunde cuando le pasan cosas de esas. El humilde reacciona con más serenidad, como Pablo, que, si de algo se enorgullecía, era de su debilidad, no de sus cualidades.

 

 

SALMO RESPONSORIAL                                                   144, 17-21

 

 

R.    ¡El Señor está cerca de aquéllos que lo invocan!

 

El Señor es justo en todos sus caminos

y bondadoso en todas sus acciones;

está cerca de aquéllos que lo invocan,

de aquéllos que lo invocan de verdad. R.

 

El Señor cumple los deseos de sus fieles,

escucha su clamor y les da la salvación;

el Señor protege a todos sus amigos

y destruye a los malvados. R.

 

Mi boca proclamará la alabanza del Señor:

que todos los vivientes bendigan su santo Nombre,

desde ahora y para siempre. R.

 

 

 


   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

6, 1-5

 

Un sábado, en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas entre las manos, las comían.

Algunos fariseos les dijeron: «¿Por qué ustedes hacen lo que no está permitido en sábado?»

Jesús les respondió: «¿Ni siquiera han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y, tomando los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y dio de comer a sus compañeros?»

Después les dijo: «El Hijo del hombre es dueño del sábado».

 

Palabra del Señor.

 

 

Reflexión


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Los fariseos están al acecho. Espían a Jesús y a sus discípulos, para ver de qué los puedes acusar.

Los acusan de incumplimiento de la ley del sábado. Utilizan la ley para atacar, para condenar. Jesús les explica con un ejemplo el verdadero sentido de la ley del sábado y de todas las leyes. Las leyes tienen su sentido, pero están al servicio de las personas. Las personas no pueden convertirse en esclavas de la ley. Además Él está por encima de cualquier ley: es señor del sábado.

¿Estamos al acecho de alguna persona? ¿Utilizamos la ley para condenar? Pedimos perdón.
Damos gracias a Jesús que nos libera del peso de la ley.

Señor, Tú nos ofreces tu palabra y tu ley,
para compartir con nosotros tu sabiduría,
para que conducirnos por el camino de bien,
para buscar la concordia y la paz,
para ayudarnos a encontrarnos contigo.

No permitas que utilicemos la ley para condenar,
para someter a las personas más débiles,
para defender los intereses de los poderosos,
para justificar injusticias y atropellos,
para convertirla en un ídolo sin corazón.

Señor, danos sabiduría para comprender tu ley,
confianza para aceptarla como camino de vida
y acierto para mostrarla en positivo a los demás.

 

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