Mensaje Espiritual

 



Lectura de la carta a los Hebreos

7, 25—8, 6

 

Hermanos:

Jesús puede salvar en forma definitiva a los que se acercan a Dios por su intermedio, ya que vive eternamente para interceder por ellos.

Él es el Sumo Sacerdote que necesitábamos: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y elevado por encima del cielo. Él no tiene necesidad, como los otros sumos sacerdotes, de ofrecer sacrificios cada día, primero por sus pecados, y después por los del pueblo. Esto lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. La Ley, en efecto, establece como sumos sacerdotes a hombres débiles; en cambio, la palabra del juramento -que es posterior a la Ley- establece a un Hijo que llegó a ser perfecto para siempre.

Éste es el punto capital de lo que estamos diciendo: tenemos un Sumo Sacerdote tan grande que se sentó a la derecha del trono de la Majestad en el cielo. Él es el ministro del santuario y de la verdadera Morada, erigida no por un hombre, sino por el Señor.

Ahora bien, todo Sumo Sacerdote es constituido para presentar ofrendas y sacrificios; de ahí la necesidad de que tenga algo que ofrecer. Si Jesús estuviera en la tierra, no podría ser sacerdote, porque ya hay aquí otros sacerdotes que presentan las ofrendas de acuerdo con la Ley. Pero el culto que ellos celebran es una imagen y una sombra de las realidades celestiales, como Dios advirtió a Moisés cuando éste iba a construir la Morada, diciéndole: «Tienes que hacerlo todo conforme al modelo que te fue mostrado en la montaña».

Pero ahora, Cristo ha recibido un ministerio muy superior, porque es el mediador de una Alianza más excelente, fundada sobre promesas mejores.

 

Palabra de Dios.



Jesús no pertenece a la tribu de Levi, no es sacerdote según la ley judía. Su sacerdocio es de otro orden. El autor lo halla en Gen 14, 17-20, en Melquisedec, en tiempos de Abraham, antes de la ley de Moisés. Melquisedec es “rey y sacerdote”, como Jesús; es un sacerdote pagano, lo que significa que antes de cualquier Alianza con el pueblo judío y anterior a la instauración del sacerdocio levítico, había unos hombres religiosos que honraban de verdad a Dios; Jesús encontrara de nuevo ese sacerdocio universal. Carece de genealogía, es como un ser caído del cielo que anuncia así la divinidad de Cristo. Estos argumentos de tipo rabínico, pueden parecernos algo complicados. Pero no olvidemos que van dirigidos a judíos habituados a esa argumentación y expresan con imágenes concretas lo que nosotros diríamos en forma de ideas abstractas.

 

 

SALMO RESPONSORIAL                                          39, 7-10. 17

 

R.    ¡Aquí estoy, Señor; para hacer tu voluntad!

 

Tú no quisiste víctima ni oblación;

pero me diste un oído atento;

no pediste holocaustos ni sacrificios,

entonces dije: «Aquí estoy». R.

 

«En el libro de la Ley está escrito

lo que tengo que hacer:

yo amo, Dios mío, tu voluntad,

y tu ley está en mi corazón». R.

 

Proclamé gozosamente tu justicia

en la gran asamblea:

no, no mantuve cerrados mis labios,

Tú lo sabes, Señor. R.

 

Que se alegren y se regocijen en ti

todos los que te buscan

y digan siempre los que desean tu victoria;

«¡Qué grande es el Señor!» R.

 

 

 


 

    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Marcos

3, 7-12

 

Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió mucha gente de Galilea. Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón. Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo apretujara.

Porque, como sanaba a muchos todos los que padecían algún mal se arrojaban sobre Él para tocarlo. Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!» Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de manifiesto.

 

Palabra del Señor.

 

Reflexión


Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, quiero permanecer en ti, permanecer en tu amor, unido a tu corazón. Permíteme reclinar la cabeza en tu pecho como lo hiciste con el discípulo amado. Quiero escuchar ese corazón que palpita de amor por mí.



Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Podemos creer que los demonios hacían una confesión de fe más sincera y real que la nuestra. Sí, cuando ellos confesaban que Jesús era el Hijo de Dios, lo hacían con tal fuerza e ímpetu que demostraban creer en lo que decían. Cuántas veces, Señor, he dudado de tu presencia real y viva en la Eucaristía.

Quizás sí creo que estás ahí, pero mi fe es tan teórica y superficial, que lo demuestra el número de veces que te visito en la Eucaristía. Si de verdad creyera que Dios mismo está en ese humilde pedazo de pan, ¿dejaría pasar algún día sin visitarte? Creo que no…

Creo de verdad que hasta los demonios y sus seguidores tiene más fe que yo en tu presencia Eucarística. Siempre que alguien te quiere ofender, tristemente, te atacan y profanan en tu presencia real en la Eucaristía. De verdad creen que estás ahí, por ello te ofenden de esa manera.

Ayúdame, Jesús, a valorar este don tan grande, ese milagro de amor que bajo la apariencia de un pedazo de pan se queda conmigo. Se queda indefenso incluso a merced de aquellos que sólo le quieren ofender. Gracias por amarme con locura, Jesús, pues sólo un loco de amor permitiría tales cosas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA NATIVIDAD DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA Fiesta

Feliz Aniversario sacerdotal