LUNES SANTO



 

Lectura del libro de Isaías

42, 1-7

Así habla el Señor:

Éste es mi Servidor, a quien yo sostengo,

mi elegido, en quien se complace mi alma.

Yo he puesto mi espíritu sobre él

para que lleve el derecho a las naciones.

Él no gritará, no levantará la voz

ni la hará resonar por las calles.

No romperá la caña quebrada

ni apagará la mecha que arde débilmente.

Expondrá el derecho con fidelidad;

no desfallecerá ni se desalentará

hasta implantar el derecho en la tierra,

y las costas lejanas esperarán su Ley.

 

Así habla Dios, el Señor,

el que creó el cielo y lo desplegó,

el que extendió la tierra y lo que ella produce,

el que da el aliento al pueblo que la habita

y el espíritu a los que caminan por ella.

Yo, el Señor, te llamé en la justicia,

te sostuve de la mano, te formé

y te destiné a ser la alianza del pueblo,

la luz de las naciones,

para abrir los ojos de los ciegos,

para hacer salir de la prisión a los cautivos

y de la cárcel a los que habitan en las tinieblas.

 

Palabra de Dios.



El Siervo del único verdadero Rey, Dios, no quiebra la caña cascada. Mensajero de su juicio, no viene a condenar, sino a salvar. Con la fuerza de la mansedumbre y la firmeza de la verdad, perseverará en su tarea; las regiones más remotas, los que están lejanos de Dios, atenderán a la enseñanza que nos trae. En Cristo, la figura se convierte en realidad. Cristo es a la vez verdadero Siervo doliente y verdadero libertador de la humanidad de la cárcel del pecado, elegido y enviado para la salvación. Él es la luz que ha venido al mundo a iluminar a todas las gentes. El es el mediador de una nueva y eterna alianza, ratificada con su cuerpo entregado y con su sangre derramada.

 

 

SALMO RESPONSORIAL                                 26, 1-3. 13-14

 

R.    El Señor es mi luz y mi salvación.

 

El Señor es mi luz y mi salvación,

¿a quién temeré?

El Señor es el baluarte de mi vida,

¿ante quién temblaré? R.

 

Cuando se alzaron contra mí los malvados

para devorar mi carne,

fueron ellos, mis adversarios y enemigos,

los que tropezaron y cayeron. R.

 

Aunque acampe contra mí un ejército,

mi corazón no temerá;

aunque estalle una guerra contra mí,

no perderé la confianza. R.

 

Yo creo que contemplaré la bondad del Señor

en la tierra de los vivientes.

Espera en el Señor y sé fuerte;

ten valor y espera en el Señor. R.

 

 

 


 

   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Juan

12, 1-11

 

Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado. Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales.

María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume.

Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: «¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?» Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella.

Jesús le respondió: «Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre».

Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado. Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él.

 

Palabra del Señor.

 

Reflexión


Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Mírame, Señor. ¡Aquí estoy otra vez! Lo he logrado una vez más. Te doy gracias por las ayudas que siempre me regalas para volver a ti. Quiero estar contigo. Quiero amarte más.



Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

¿Cómo es mi amor a Cristo?, ¿cómo te amo, Señor? A veces me parece que no existe mayor enfermedad que la del legalismo. Tantas veces san Pablo exhortaba a la Iglesia a que no mirara tan sólo a la ley.

Ayuda mucho detenerse unos instantes y contemplar, por ejemplo, cómo una mamá quiere a su bebé: para ello no hay tiempos, ni hay tareas, sino que todo es un acto de amor.

¿Cuándo fue la última vez que te dediqué un tiempo de verdad? No uno que me sobrara, no uno en que no tuviese otra opción. Quizá por eso mi amor a veces ya no crece; porque tal vez ni siquiera estoy amando; cumplo simplemente. Amando se cumple, pero no siempre cumpliendo se ama.

Hoy domingo, por ejemplo, podría ir a ver un partido de fútbol después de misa, o quizá puedo quedarme a rezar un momento más, aunque sea breve. Hoy podría ir a un restaurante con mis amigos, o quizá puedo buscar hacer una obra de caridad. Hoy podría salir de viaje, o quizá puedo irme de misiones; hoy podría cambiar la rutina en pos del amor. «Derrochar» algún perfume con Jesús y regalarle un gesto verdadero de amor.

Gracias, María, por ese gesto que ofreciste al Señor. Yo quiero ofrecerle uno también.

«Lo que vosotros decís a ellos es lo que tenéis en el corazón. Así se da la Palabra de Dios. Y así vuestra doctrina será alegría y apoyo a los fieles de Cristo. El perfume de vuestra vida será el testimonio porque el ejemplo edifica, pero las palabras sin ejemplo son palabras vacías, son ideas, no llegan nunca al corazón. Incluso hacen mal, no hacen bien».
(Homilía de S.S. Francisco, 26 de abril de 2015).

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