Liturgia - Lecturas del día

 



Lectura del libro de los Jueces

9, 6-15

 

Se reunieron todos los señores de Siquém y todo Bet Miló, y fueron a proclamar rey a Abimélec, junto a la encina de la piedra conmemorativa que está en Siquém.

Cuando le llevaron la noticia a Jotám, éste se puso en la cima del monte Garizím, gritó con voz potente: «Escúchenme, señores de Siquém, y que Dios los escuche a ustedes:

Los árboles se pusieron en camino

para ungir a un rey que los gobernara.

Entonces dijeron al olivo:

"Sé tú nuestro rey".

Pero el olivo les respondió:

"¿Voy a renunciar a mi aceite

con el que se honra a los dioses a los hombres,

para ira mecerme por encima de los árboles?"

Los árboles dijeron a la higuera:  "Ven tú a reinar sobre nosotros".

Pero la higuera les respondió:

"¿ Voy a renunciar a mi dulzura

y a mi sabroso fruto,

para ir a mecerme por encima de los árboles?"

 

Los árboles dijeron a la vid:

"Ven tú a reinar sobre nosotros".

Pero la vid les respondió:

"¿Voy a renunciar a mi mosto

que alegra a los dioses y a los hombres,

para ir a mecerme por encima de los árboles?"

 

Entonces, todos los árboles

dijeron a la zarza:

"Ven tú a reinar sobre nosotros".

Pero la zarza respondió a los árboles:

"Si de veras quieren ungirme

para que reine sobre ustedes,

vengan a cobijarse bajo mi sombra;

de lo contrario, saldrá fuego de la zarza

y consumirá los cedros del Líbano"».

 

Palabra de Dios.



Jotám intenta convencerles de la inutilidad -más aún, de la peligrosidad- de un rey. Para ello echa mano de una fábula tomada de la sabiduría popular. La negativa del olivo, de la higuera y de la vid y la aceptación de la zarza pretenden demostrar la peligrosidad del tirano y la ruina a la que conduce su dominio. Pero nadie le escuchó. La realeza de Abimélec resultará destructora para la gente de Siquén y será ruinosa para el mismo Abimélec, muerto por la mano de una mujer. La narración recuerda el señorío de Dios, en el que sólo el pueblo goza de plena dignidad y ve atendidos sus propios deseos de paz y de libertad.



 

 

SALMO RESPONSORIAL                            20, 2-7

 

R.    ¡El rey se regocija por tu fuerza, Señor!

 

Señor, el rey se regocija por tu fuerza,

¡y cuánto se alegra por tu victoria!

Tú has colmado los deseos de su corazón,

no le has negado lo que pedían sus labios. R.

 

Porque te anticipas a bendecirlo con el éxito

y pones en su cabeza una corona de oro puro.

Te pidió larga vida y se la diste:

días que se prolongan para siempre. R.

 

Su gloria se acrecentó por tu triunfo,

Tú lo revistes de esplendor y majestad;

le concedes incesantes bendiciones,

lo colmas de alegría en tu presencia. R.

 

 

 


 


    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Mateo

19, 30—20,16

 

Jesús dijo a sus discípulos:

Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros. Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envíó a su viña.

Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: «Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo». Y ellos fueron.

Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: «¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?» Ellos les respondieron: «Nadie nos ha contratado». Entonces les dijo: «Vayan también ustedes a mi viña».

Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: «Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros».

Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: «Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada».

El propietario respondió a uno de ellos: «Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿O no tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?»

Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos.

 

Palabra del Señor.

 



La Palabra me dice


“Los últimos serán los primeros”, y con esto, Jesús nos convulsiona y pone patas para arriba todos los esquemas y escalas de valores aprendidas por un sistema establecido.
“Los últimos”, esperan de otros, “nadie nos ha contratado” responden. Y en el Reino, incluso a última hora, Jesús los incluye y los iguala a los que llegaron antes.
Esta actitud nos descoloca. La justicia se mide desde otro lado. No hay prejuicios.
“Los nadies” no cuentan, pero en el Evangelio, los últimos tienen prioridad. Justo ellos son mirados y convocados. Justo ellos tienen lugar. Justo ellos son los “tenidos en cuenta” en el Reino.


A la Palabra, le digo



Ayudános a buscar y ver a “los últimos”, los de la última hora… mirar, ver, convocar y amarlos. 

Y cuando nos sintamos nosotros como últimos, como no tenidos en cuenta, llamános, buscános, danos oportunidad de sumarnos a lo tuyo. La comunidad nos salva.





Comentarios

Entradas populares de este blog

LA NATIVIDAD DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA Fiesta

Feliz Aniversario sacerdotal