Quiero ser tu templo, Señor


 


Para que, en el sagrario de mi corazón,

habites y hables dándome el calor de tu Palabra.

Quiero, Señor, que vuelques la mesa de mi orgullo

y sea dócil al soplo de tu Espíritu.

 

Sí, Señor;

quiero ser un templo de tu presencia

para que levantes en mí la verdad y la justicia,

la paz y la alegría, el amor y la misericordia.

Un edificio en el que sólo tengas cabida Tú

y, donde las piedras,

tengan el sello del perdón y la esperanza.

Un rincón en el que puedas reinar

y sentirte a gusto, un templo de tu propiedad.

 

Sí, Señor;

quiero ser un templo

del cual te puedas sentir orgulloso,

en el que no exista suciedad ni comercio alguno,

en el que, Dios, quiera siempre vivir y nunca marcharse.

 

Quiero ser tu templo, Señor

Edificado sobre tus diez mandamientos.

Señalado con la cruz redentora.

Fortalecido con la sabiduría divina.

Rejuvenecido por tu Gracia.

 

Sí, Señor;

si Tú quieres

deseo y te pido me hagas templo vivo,

para que, un día y contigo,

aun siendo destruido por la muerte,

pueda resucitar de nuevo.

Amén.

 

P. Javier Leoz

 

 

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