Martes de la Tercera Semana de PAscua

 



SANTOS FELIPE Y SANTIAGO

Apóstoles

 


 

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo

a los cristianos de Corinto

 

15, 1-8

Hermanos:

Les recuerdo la Buena Noticia que yo les he predicado, que ustedes han recibido y a la cual permanecen fieles. Por ella son salvados, si la conservan tal como yo se la anuncié; de lo contrario, habrán creído en vano.

Les he trasmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura. Se apareció a Cefas y después a los Doce. Luego se apareció a más de quinientos hermanos al mismo tiempo, la mayor parte de los cuales vive aún, y algunos han muerto. Además, se apareció a Santiago y a todos los Apóstoles. Por último, se me apareció también a mí, que soy como el fruto de un aborto.

 

Palabra de Dios.



Se entrevé la importancia fundamental de la tradición en los comienzos de la comunidad cristiana. A través de la tradición apostólica llegan a nosotros las noticias relativas al acontecimiento histórico-salvífico de la Pascua del Señor; podemos remontarnos a los orígenes e insertarnos en el flujo salvífico de aquella gracia. Encontramos también una antiquísima profesión de fe que, con probabilidad, se remonta a los primeros momentos de la vida de los cristianos. Si la tradición apostólica nos transmite el mensaje que salva, nuestra profesión de fe actualiza ese mismo mensaje y lo hace eficaz para la salvación. Se cita a los primeros grandes testigos del Señor resucitado. Pedro, en primer lugar, y, a continuación, Santiago y todos los demás apóstoles; al final el mismo Pablo, último, aunque eslabón importante de esta misma tradición.

 

 

SALMO RESPONSORIAL                                              18, 2-5

 

R.    Resuena su eco por toda la tierra.

 

El cielo proclama la gloria de Dios

y el firmamento anuncia la obra de sus manos;

un día transmite al otro este mensaje

y las noches se van dando la noticia. R.

 

Sin hablar, sin pronunciar palabras,

sin que se escuche su voz,

resuena su eco por toda la tierra

y su lenguaje, hasta los confines del mundo. R.

 

 

 


    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Juan

14, 6-14

 

A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos:

«Yo soy el camino, y la verdad y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto».

Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta».

Jesús le respondió: «Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen?

El que me ha visto, ha visto al Padre.

¿Cómo dices: "Muéstranos al Padre"?

¿No crees

que Yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí?

Las palabras que digo no son mías:

el Padre que habita en mí es el que hace las obras.

Créanme: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí.

Créanlo, al menos, por las obras.

Les aseguro

que el que cree en mí

hará también las obras que Yo hago,

y aún mayores,

porque Yo me voy al Padre.

Y Yo haré todo lo que ustedes

pidan en mi Nombre,

para que el Padre sea glorificado en el Hijo.

Si ustedes me piden algo en mi Nombre, Yo lo haré».

 

Palabra del Señor.




Yo Soy El Camino, La Verdad Y La Vida


El Evangelio hace referencia a aquellos coloquios que Jesús tenía sólo con los Apóstoles, y en los que procuraba ir formándolos, para que tuvieran ideas claras sobre su persona y su misión. Es que los Apóstoles estaban imbuidos de las ideas que los judíos se habían formado sobre la persona del Mesías: esperaban un liberador terrenal y político, mientras que la persona de Jesús no respondía en absoluto a estas imágenes preconcebidas. En el día de los apóstoles Felipe y Santiago estamos llamados a reforzar nuestra identidad cristiana. Ahondar en nuestras raíces nos ayudará a descubrir a Jesús, no como un camino más, no como un sendero o atajo… sino como “el camino”; nos ayudará a vivir en “la Verdad” que nos hace libres, que rompe ataduras y nos hace más humanos, a dar testimonio de la Verdad…una tarea pendiente hoy en día. Nos ayudará a vivir esa Vida en abundancia que toda persona siente y anhela.

Jesús es el camino, la verdad y la vida. Sin camino, sin verdad y sin vida no se vive. ¿Acepto y reconozco a Jesús en mi vida a la luz de esta afirmación?

 

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