¡Que no me falte la fe!



 

Si llega la noche oscura, Señor,

que la venza con la luz de la fe.

 

Si me alcanza el pesimismo y la angustia

que los supere con la alegría de la fe.

 

Si me siento acorralado por las dificultades

que sepa descubrir el trampolín de la fe.

 

SI me acechan dudas e incertidumbres

que se abra ante mí una hoja con palabras de fe.

 

¡Que no me falte, Jesús, la fe!

Para responderte con generosidad

si, de mí, reclamas atención o compromiso.

 

Para decirte que, sólo Tú eres el Señor,

si ante mí se alzan otros dioses extraños.

 

Para seguirte, y no perderte,

si logro tocar el manto de tu Eucaristía,

si alcanzo gustar el manto de la oración,

si agarro, con fuerza, el manto de tu Espíritu.

 

¡Que no me falte, oh Señor, la fe!

Que me posibilita mirar más allá de mí mismo,

de mis aflicciones y de mis egoísmos,

de mi bienestar y de mis intereses,

de mi comodidad o de mi pequeño mundo,

de mis proyectos y de mis debilidades.

 

¡Que no me falte, Señor, la fe!

Y pueda verte, cuando estoy limpio

y sanarme cuando me encuentro por dentro sucio.

 

Y pueda sentirte, cuando esto lleno de tanto,

y cercano, cuando el mundo me deja vacío.

 

Y pueda alabarte, cuando la vida me sonríe,

y no olvidarte, cuando la suerte me abandona.

 

Y te busque, cuando tantas cosas me seducen,

y te encuentre, cuando todo es nada y hojalata.

Amén.

 

P. Javier Leoz

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