Liturgia de la Palabra (19-10-22)



Lectura de la carta del Apóstol san Pablo

a los cristianos de Éfeso

3, 2-12

 

Hermanos:

Seguramente habrán oído hablar de la gracia de Dios, que me ha sido dispensada en beneficio de ustedes. Fue por medio de una revelación como se me dio a conocer este misterio, tal como acabo de exponérselo en pocas palabras. Al leerlas, se darán cuenta de la comprensión que tengo del misterio de Cristo, que no fue manifestado a las generaciones pasadas, pero que ahora ha sido revelado por medio del Espíritu a sus santos apóstoles y profetas.

Este misterio consiste en que también los paganos participan de una misma herencia, son miembros de un mismo Cuerpo y beneficiarios de la misma promesa en Cristo Jesús, por medio del Evangelio. De este Evangelio, yo fui constituido ministro por el don de la gracia que recibí de Dios, en virtud de la eficacia de su poder.

Yo, el menor de todos los santos, he recibido la gracia de anunciar a los paganos la insondable riqueza de Cristo, y manifestar a todos la dispensación del misterio que estaba oculto desde siempre en Dios, el creador de todas las cosas, para que los Principados y las Potestades celestiales conozcan la infinita variedad de la sabiduría de Dios por medio de la Iglesia.

Éste es el designio que Dios concibió desde toda la eternidad en Cristo Jesús, nuestro Señor, por quien nos atrevemos a acercamos a Dios con toda confianza, mediante la fe en Él.

 

Palabra de Dios.


Pablo va descubriendo a través de su carta que en la vida de fe todo es gracia. Él aprecia en sí mismo el don inmenso de la vocación al apostolado. Es «el apóstol de los gentiles», no uno más entre otros. La razón está en su pasado: el ínfimo, el perseguidor de la Iglesia de Dios. Cuanto más negro ve su pasado tanto más aprecia la acción de Dios al elegirlo gratuitamente. El ni lo había buscado ni siquiera se había aproximado. Fue un «golpe de gracia». Lo que sí puso antes y después de la conversión fue coraje y entrega.


 

 

SALMO RESPONSORIAL                                        Is 12, 2-6

 

R.   Sacarán agua con alegría de las fuentes de la salvación.

 

Éste es el Dios de mi salvación:

yo tengo confianza y no temo,

porque el Señor es mi fuerza y mi protección;

Él fue mi salvación. R.

 

Den gracias al Señor,

invoquen su Nombre,

anuncien entre los pueblos sus proezas,

proclamen qué sublime es su Nombre. R.

 

Canten al Señor porque ha hecho algo grandioso:

¡que sea conocido en toda la tierra!

¡Aclama y grita de alegría, habitante de Sión,

porque es grande en medio de ti el Santo de Israel! R.

 

 

 


 

  Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

12, 39-48

 

Jesús dijo a sus discípulos: «Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada».

Pedro preguntó entonces: «Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?»

El Señor le dijo: «¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquél a quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.

Pero si este servidor piensa: "Mi señor tardará en llegar", y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.

El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto recibirá un castigo severo. Pero aquél que, sin saberlo, se hizo también culpable será castigado menos severamente.

Al que se le dio mucho se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho se le reclamará mucho más».

 

Palabra del Señor.

 


“Al que se le dio mucho se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho se le reclamará mucho más”

 Vinimos al mundo con una misión que lleva nuestro nombre y aunque somos pecadores, Él nos necesita, nos alienta y nos ayuda a vencer con su amor, la fuerza de su Santo Espíritu y su alegría. Nos preguntamos: ¿Cuáles son esas gracias que Dios puso en mí y que debo entregar con amor a los demás? 

Señor, tú conoces lo que hay en nuestro corazón, sabes que a veces perdemos el camino y nos volvemos egoístas. Sin embargo, tú nos llamas a dar porque mucho hemos recibido y mucho nos has confiado. Te ofrecemos los dones que has puesto en nosotros para alcanzar la misión que nos encomendaste a cada uno de nosotros. 

Redoblemos la alabanza, con el canto: https://www.youtube.com/watch?v=1DVzGcKQrzI

 Yo Creo en las Promesas/ Daniel Poli

 

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