Lecturas de hoy /Semana 31 del Tiempo Ordinario

 



Lectura de la carta del Apóstol san Pablo

a los cristianos de Filipos

3, 174, 1

 

Hermanos:

Sigan mi ejemplo y observen atentamente a los que siguen el ejemplo que yo les he dado. Porque ya les advertí frecuentemente y ahora les repito llorando: hay muchos que se portan como enemigos de la cruz de Cristo. Su fin es la perdición, su dios es el vientre, su gloria está en aquello que los cubre de vergüenza, y no aprecian sino las cosas de la tierra. En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas bajo su dominio.

Por eso, hermanos míos muy queridos, a quienes tanto deseo ver, ustedes que son mi alegría y mi corona, amados míos, perseveren firmemente en el Señor.

 

Palabra de Dios.



Pablo subraya la índole de nuestra condición cristiana: el derecho al cielo, que nos ha adquirido Jesucristo. Hay que mirar hacia arriba y esperar los bienes celestiales, entre los que destaca la transformación de nuestro cuerpo. El que es consciente de su ciudadanía celestial ha de buscar y gustar las cosas del cielo. Para ello es preciso mortificar las inclinaciones que pretenden hacer de esta vida la definitiva. La promoción humana entraña el riesgo de materializar nuestra vida.  Resulta difícil sustraerse a este ambiente que sólo valora lo sensible. Nuestra condición de ciudadanos celestes exige una justa valoración y uso adecuado de los bienes temporales. Que nuestra fe y esperanza informen siempre nuestro paso por este mundo.

 

 

SALMO RESPONSORIAL                                              121, 1-5

 

R.    ¡Vamos con alegría a la Casa del Señor!

 

¡Qué alegría cuando me dijeron:

«Vamos a la Casa del Señor»!

Nuestros pies ya están pisando

tus umbrales, Jerusalén. R.

 

Jerusalén, que fuiste construida

como ciudad bien compacta y armoniosa.

Allí suben las tribus,

las tribus del Señor. R.

 

Según es norma en Israel,

para celebrar el Nombre del Señor.

Porque allí está el trono de la justicia,

el trono de la casa de David. R.

 


 


   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

16, 1-8

 

Jesús decía a sus discípulos:

Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: «¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto».

El administrador pensó entonces: «¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. jYa sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!»

Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: «¿Cuánto debes a mi señor?» «Veinte barriles de aceite», le respondió. El administrador le dijo: «Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez».

Después preguntó a otro: «Y tú, ¿cuánto debes?» «Cuatrocientos quintales de trigo», le respondió. El administrador le dijo: «Toma tu recibo y anota trescientos».

Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz.

 

Palabra del Señor.

 



Los hijos de este mundo son más


 astutos que los hijos de la luz


 El evangelio de hoy, Jesús pone de ejemplo a una persona deshonesta, con una mala actitud. Eso no quiere decir que Jesús avale o justifique su actitud, sino que miremos la astucia de este hombre.

 Jesús, nos invita a que usemos nuestra astucia para hacer el bien, poner nuestras capacidades al servicio y para instaurar el Reino de Dios entre nosotros.

Siempre hay que apostar por el bien; no porque todos hagan mal justifica que yo lo tengo que hacer, diciendo que eso es normal porque todos lo hacen. La ganancia que tenemos que buscar es invirtiendo toda nuestra energía haciendo el bien a los demás.

¿En qué ocasiones he usado mi astucia para hacer el bien que me pide Jesús?

Señor, te pedimos que nos guíes en nuestro camino de conversión, de verdadero arrepentimiento, que asumamos la responsabilidad para corregir con bondad y volver a lo que nos conduce hacía Ti.


 

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