Lecturas de hoy




Lectura del libro del Génesis

46, 1-7. 28-30

 

Israel partió hacia Egipto llevándose todos sus bienes. Cuando llegó a Berseba, ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac. Dios dijo a Israel en una visión nocturna: «¡Jacob, Jacob!»

Él respondió: «Aquí estoy».

Dios continuó: «Yo soy Dios, el Dios de tu padre. No tengas miedo de bajar a Egipto, porque allí haré de ti una gran nación. Yo bajaré contigo a Egipto, y después Yo mismo te haré volver; y las manos de José cerrarán tus ojos».

Cuando Jacob salió de Berseba, los hijos de Israel hicieron subir a su padre, junto con sus hijos y sus mujeres, en los carros que el Faraón había enviado para trasladarlos. Ellos se llevaron también su ganado y las posesiones que habían adquirido en Canaán. Así llegaron a Egipto, Jacob y toda su familia -sus hijos y sus nietos, sus hijas y sus nietas- porque él había llevado consigo a todos sus descendientes.

Israel hizo que Judá se le adelantara y fuera a ver a José, para anunciarle su llegada a Gosen. Cuando llegaron a la región de Gosen, José hizo enganchar su carruaje y subió hasta allí para encontrarse con su padre Israel. Apenas éste apareció ante él, José lo estrechó entre sus brazos, y lloró un largo rato, abrazado a su padre. Entonces Israel dijo a José: «Ahora sí que puedo morir, porque he vuelto a ver tu rostro y que vives todavía».

 

Palabra de Dios.

 


Jacob tenía reparo en abandonar la tierra de Canaán. Pero Dios se le aparece en Berseba y le tranquiliza. Puede ir seguro a Egipto, este viaje entra dentro de los planes salvíficos: en Egipto los clanes patriarcales se van a convertir en pueblo numeroso. Ésta era precisamente una de las grandes promesas hechas por Dios a Abrahán. Además, no irá solo; Dios lo acompañará y se compromete asimismo a reintegrarlo con el tiempo de nuevo a la tierra prometida. Si bien está rodeado de gran emoción, el encuentro de Jacob con su hijo no alcanza, la tensión del momento en que José se dio a conocer a sus hermanos. Cual otro Simeón en presencia del Mesías, Jacob pronuncia ante José: «Ahora sí que puedo morir, porque he vuelto a ver tu rostro y que vives todavía.»




 

SALMO RESPONSORIAL                             36, 3-4. 18-19. 27-28. 39-40

 

R.    La salvación de los justos viene del Señor.

 

Confía en el Señor y practica el bien;

habita en la tierra y vive tranquilo:

que el Señor sea tu único deleite,

y Él colmará los deseos de tu corazón. R.

 

El Señor se preocupa de los buenos,

y su herencia permanecerá para siempre;

no desfallecerán en los momentos de penuria,

y en tiempos de hambre quedarán saciados. R.

 

Aléjate del mal, practica el bien,

y siempre tendrás una morada,

porque el Señor ama la justicia

y nunca abandona a sus fieles.

Los impíos serán aniquilados.

y su descendencia quedará extirpada. R.

 

La salvación de los justos viene del Señor,

Él es su refugio en el momento del peligro;,

el Señor los ayuda y los libera,

los salva porque confiaron en Él. R.

 

 

 


 

 Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

       según san Mateo

10, 16-23

 

Jesús dijo a sus apóstoles:

Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas.

Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas. A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos. Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes.

El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir. Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará.

Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra. Les aseguro que no acabarán de recorrer las ciudades de Israel, antes de que llegue el Hijo del hombre.

 

Palabra del Señor.



Ovejas en medio de lobos


La realidad es dura para quien se compromete a seguir a Jesús en serio, practicando el Evangelio hasta las últimas consecuencias. No es fácil, no será fácil. La causa del Reino es radical. Se verán y experimentarán muchas contradicciones en el camino. No teman. El Espíritu de su Padre hablará en ustedes. La sabiduría, como la savia, viene de dentro. Y hace crecer. No teman a todo lo que amenaza externamente. En ustedes habla, actúa, se manifiesta el Espíritu. No teman.




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