DOMINGO 25° DURANTE EL AÑO



  


Lectura del libro de Isaías

55, 6-9

¡Busquen al Señor mientras se deja encontrar,

llámenlo mientras está cerca!

Que el malvado abandone su camino

y el hombre perverso, sus pensamientos;

que vuelva al Señor, y Él le tendrá compasión,

a nuestro Dios, que es generoso en perdonar.

Porque los pensamientos de ustedes no son los míos,

ni los caminos de ustedes son mis caminos

-oráculo del Señor-.

Como el cielo se alza por encima de la tierra,

así sobrepasan mis caminos y mis pensamientos

a los caminos y a los pensamientos de ustedes.

 

Palabra de Dios.



Por nuestra inclinación al mal, por nuestro egoísmo, por nuestro materialismo, por no obedecer humildemente los planes de Dios, hacemos muchas veces imposible que los planes de Dios se cumplan en nuestras vidas. Los planes de Dios son siempre la justicia, el amor, la paz. Dios sí quiere que todos sus hijos puedan vivir dignamente y sean humana y cristianamente felices, pero somos nosotros, los humanos, los que, con nuestro egoísmo y maldad, creamos divisiones injustas y hacemos posible que, mientras a algunos les sobren muchas cosas superfluas, a otros les falten muchas cosas necesarias. También es verdad que los hombres, las personas humanas, somos limitados e imperfectos en nuestro entender y en nuestro obrar. Más de una vez los planes de Dios nos sorprenden y nos descolocan, porque no los entendemos. En estos casos, debemos aceptar con humildad y confianza en Dios los acontecimientos personales, familiares o sociales, que nos cuesta entender y explicar. ¿Por qué mueren tantos niños inocentes, por qué, como consecuencia de un terremoto o un huracán, sufren y mueren muchas personas buenas que siempre desearon cumplir la voluntad de Dios?, ¿por qué?, ¿por qué?... Humildad y confianza en Dios, a pesar de todo. Fijémonos ya concretamente en el evangelio de este domingo, según san Mateo.


 

SALMO RESPONSORIAL                                                            144, 2-3. 8-9. 17-18

 

R.    El Señor está cerca de aquéllos que lo invocan.

 

Día tras día te bendeciré,

y alabaré tu Nombre sin cesar.

¡Grande es el Señor y muy digno de alabanza:

su grandeza es insondable!  R.

 

El Señor es bondadoso y compasivo,

lento para enojarse y de gran misericordia;

el Señor es bueno con todos

y tiene compasión de todas sus criaturas.  R.

 

El Señor es justo en todos sus caminos

y bondadoso en todas sus acciones;

está cerca de aquéllos que lo invocan,

de aquéllos que lo invocan de verdad.  R.

 

 

 



 

Lectura de la carta del. Apóstol san Pablo

a los cristianos de Filipos

1, 20b-26

 

Hermanos:

Estoy completamente seguro de que ahora, como siempre, sea que viva, sea que muera, Cristo será glorificado en mi cuerpo. Porque para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia. Pero si la vida en este cuerpo me permite seguir trabajando fructuosamente, ya no sé qué elegir. Me siento urgido de ambas partes: deseo irme para estar con Cristo, porque es mucho mejor, pero por el bien de ustedes es preferible que permanezca en este cuerpo.

Tengo la plena convicción de que me quedaré y permaneceré junto a todos ustedes, para que progresen y se alegren en la fe. De este modo, mi regreso y mi presencia entre ustedes les proporcionarán un nuevo motivo de orgullo en Cristo Jesús.

 

Palabra de Dios.

 

 

 



 

    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Mateo

19, 30—20, 16

 

Jesús dijo a sus discípulos: «Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros, porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envió a su viña.

Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: "Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo". y ellos fueron.

Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: "¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?" Ellos les respondieron: "Nadie nos ha contratado". Entonces les dijo: "Vayan también ustedes a mi viña".

Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: "Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros".

Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: "Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada".

El propietario respondió a uno de ellos: "Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿O no tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?"

Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos».

 

Palabra del Señor. 





"Vayan también ustedes a mi viña"


La parábola de los obreros de la viña nos invita a reflexionar una vez más sobre el Reino de los Cielos o Reino de Dios donde muestra que lo esencial de la vida cristiana radica en descubrir la novedad de la llamada que Dios ha realizado y lo sigue haciendo en la vida de cada persona, lo hace en distintos momentos de la vida. Los que hemos acogido la llamada desde la infancia o juventud debemos mirar con generosidad el plan de Dios que consiste integrar a los últimos o aquellos que no cuentan.

El volver a Dios (metanoia) según la invitación del profeta Isaías (Is 55, 6-9) implica disponer el corazón para rastrear la presencia de Dios que está cerca de nosotros, y nos otorga su gracia para que siempre lo hallemos.

El Dios de Jesucristo nos llama a cada uno de nosotros a trabajar en su viña. No importa el tiempo ni las circunstancias en la que hemos recibido, sino que debemos estar agradecidos por trabajar en ella. 

Fr. Pedro Morel Benítez O.P.

Fr. Pedro Morel Benítez O.P.
Casa San José. Buenos Aires (Argentina)

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