EVENGELIO DEL VIGÉSIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 



Evangelio según san Juan 6, 51-58

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo”. Disputaban los judíos entre sí: “¿Cómo puede este darnos a comer su carne?”. Entonces Jesús les dijo: “En verdad, en verdad les digo: si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de sus padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre”.

Palabra del Señor.


“Yo lo resucitaré en el último día”


El evangelista Juan no relata la Última Cena pero en el discurso del “Pan de vida”, la cena es el trasfondo del texto. Para comprender la profundidad de su mensaje debemos tener presente la muerte de Jesús y la donación de su vida para la vida del mundo. En la cena, Jesús se entrega para que nosotros tengamos vida eterna. Él es el nuevo cordero pascual ofrecido en la hora vespertina para que tengamos vida. Jesús muere para que nosotros vivamos.

Al pueblo de Israel le cuesta traspasar el nivel de lo visible, por eso comer carne les parece inadmisible. Da lo mismo que sea carne de un cadáver o de un ser vivo. El mismo rechazo producen las palabras sobre el beber su sangre Los oyentes rechazan este mensaje. Pero Jesús no habla de comer su cuerpo histórico ni beber esa sangre, sino de su verdadero cuerpo y sangre glorificados.

El texto hace referencia al maná que comieron en el desierto y murieron, pero el pan que les da ahora es un pan distinto. Tan distinto que el coma no morirá. El pan de vida es Cristo y este pan lo da el Padre, es el pan eucarístico, el cuerpo de Jesús ofrecido en la cruz para la vida. El cuerpo y la sangre de Cristo nos dan la posibilidad de permanecer unidos a él y en esto se conecta con el texto de la vid y los sarmientos.

La eucaristía es el primer lugar en el que se manifiesta nuestra fe en la muerte y resurrección en Jesús. En la eucaristía se expresa la fe en Jesús., pan de vida, el pan en que comemos el cuerpo y la sangre de Jesús. El Pan de vida, la eucaristía, sostiene en el camino del desierto en el que transita la iglesia, Cristo el verbo encarnado nos alimenta para una nueva vida, la que no termina.

La comunión de vida de Jesús y el Padre se ofrecer a todo el que come el cuerpo de Cristo, esto supone la fe de los que participamos en el banquete eucarístico. Este cuerpo es Cristo viviente que nos participa de la vida en la resurrección.



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