Evangelio cotidiano / 20º Semana del Tiempo Ordinario



Evangelio según san Mateo 19, 16-22

En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó: “Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?”. Jesús le contestó: “¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”. Él le preguntó: “¿Cuáles?”. Jesús le contestó: “No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo”. El joven le dijo: “Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?”. Jesús le contestó: “Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres −así tendrás un tesoro en el cielo− y luego ven y sígueme”. Al oír esto, el joven se fue triste, porque era muy rico.

Palabra del Señor.


¿Qué tengo que hacer?

Alguien inquieto en la búsqueda de Dios se acerca a Jesús a hacerle esta pregunta. Es la que hicieron los oyentes de Juan el Bautista, al escuchar su predicación. Es la que le harán a Pedro tras escuchar su sermón el día de Pentecostés. Es decir, toda predicación, toda reflexión, que llega al corazón del oyente, suscita el deseo de cambio, de búsqueda, de salir de lo de siempre, de hacer algo nuevo.

Esta pregunta expresa inquietud, deseos de alcanzar una vida más plena. ¿A quién dirigirla? A este hombre extraordinario a quien siguen las multitudes. Es curiosa la contrapregunta que le dirige Jesús a este joven y la indicación de que cumpla los mandamientos. El joven quiere más precisión y le pregunta cuáles.

Si quieres ser perfecto…

Jesús no rehúye la respuesta y se los explicita; le indica los mandamientos que atañen al prójimo, al que se debe amar como a uno mismo. Este hombre parece haber cumplido con estos mandamientos y Jesús le propone algo definitivo: si quieres ser perfecto, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, -así tendrás un tesoro en el cielo-, y luego ven conmigo.

La versión que nos transmite Marcos tiene un carácter más incondicional: una cosa te falta. Vende lo que tienes, dáselo a los pobres y sígueme.

Donde está tu tesoro, allí está tu corazón

El joven se ve derrotado. Es muy rico y esa propuesta de Jesús no encaja en su proyecto de vida. Y se marcha muy triste. La riqueza le tiene sujeto y, pese a sus buenos deseos iniciales, acaba cediendo a su poder.

Los bienes, cuando no son compartidos, se adueñan de las personas y se constituyen en el centro de la vida. Ya lo advirtió Jesús en otra ocasión: donde está tu tesoro y allí está tu corazón (Mt.6,21).

Seguir a Jesús conlleva una dosis grande de libertad, esa posibilidad de seguirle sin mirar para atrás, ni buscar bienes de ningún tipo. El único bien es Él que se convierte en camino, verdad y vida; la vida en plenitud. Esa que llenará nuestros deseos más profundos y que nada puede llenar a no ser Dios. 

Merece la pena preguntarnos o preguntar a Jesús: ¿Qué tengo que hacer en este momento concreto de mi vida para ser más fiel a Jesús?

¿Qué es lo que me ata y no me deja seguir con determinación a Jesús?

Fray Salustiano Mateos Gómara O.P.

Fray Salustiano Mateos Gómara O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)

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