Evangelio diario / Semana 29ª del tiempo Ordinario
Evangelio según san Lucas 12, 35-38
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Tengan ceñida su cintura y encendidas las lámparas. Ustedes estén como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad les digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo. Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos”.
Palabra del Señor.
“Estén preparados”
La vigilancia en la fe y esperanza es capaz de renovar la vida del creyente.
Narra el Evangelio cuál es la manera cristiana de estar vigilantes: “Tened ceñida la cintura y las lámparas encendidas”; esto nos recuerda la noche pascual, en la cual Dios sacó a su pueblo de la esclavitud de Egipto y durante la cena pidió a los israelitas que estén atentos a su paso y listos para emprender el camino liberador hacia la Tierra prometida.
Los cristianos esperamos la Palabra de cada día, con el cinturón puesto, con la lámpara encendida, listos para descubrir caminos nuevos, que nos sacan de los miedos, los pesimismos y las esclavitudes para hacernos resucitar y vivir con mayor coraje, amor y esperanza.
Llama la atención que en el texto se resalte dos veces la felicidad de los criados que están listos vigilantes para servir a su Señor. Ellos tendrán la dicha de ser servidos por su Señor.
Vigilad para vivir la disponibilidad y el servicio y sobre todo para disfrutar del encuentro con el Señor.
Debajo de esta actitud de preparación y disponibilidad para hacer la voluntad de Dios, hay encerrada una gran bienaventuranza: Dichoso, feliz, bienaventurado tú si cuando llegue tu Señor te encuentra en espera vigilante, Él te sentará la mesa y te servirá.
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