Evangelio cotidiano / Semana 2ª del tiempo Ordinario

 





Evangelio según san Marcos 3, 1-6

En aquel tiempo, Jesús entró otra vez en la sinagoga y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo. Entonces le dice al hombre que tenía la mano paralizada: “Levántate y ponte ahí en medio”. Y a ellos les pregunta: “¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?”. Ellos callaban. Echando en torno una mirada de ira y dolido por la dureza de su corazón, dice al hombre: “Extiende la mano”. La extendió y su mano quedó restablecida. En cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar con Él.

Palabra del Señor.


“¿Está permitido hacer el bien?” 

... Los fariseos lo acechaban para ver si curaba en sábado y es cuando les pregunta: ¿Qué está permitido hacer en sábado? ¿Lo bueno o lo malo?, ¿salvar la vida a un hombre o dejarlo morir? Y ellos dieron la callada por respuesta, y Jesús, tremendamente dolido, por comprobar la dureza de su corazón, curó al paralítico, por lo que los fariseos y sus compinches, se empeñaron en acabar con él.

En la vida nos encontramos con multitud de situaciones que ante violaciones de derechos humanos, o ante situaciones atroces de maltrato o violencia, nuestra reacción es mirar hacia otro lado, como si esas situaciones no fueran algo que nos compete. Somos incapaces de escuchar, no solo de oír, los gritos clamando justicia de aquellos hermanos nuestros que están sufriendo por culpa del egoísmo o maltrato ajeno.

Como seguidores de Jesús no podemos permanecer indiferentes ante las injusticias, no nos pide reacciones violentas, pero si ser capaces de denunciar todo lo que atenta contra la dignidad de los seres humanos.

Jesús, amor de Dios encarnado, quiere la felicidad de todos, pues todos somos hijos de Dios, y como tales coherederos del Reino, por lo tanto nos pide valentía y coherencia con lo que decimos creer.

Hoy la Iglesia celebra la memoria de San Vicente Mártir, joven diácono aragonés que permaneció fiel a su fe a pesar de los múltiples tormentos a los que fue sometido, muriendo finalmente, pero su convicción fue firme e inamovible.

¿Vemos en Jesús al intercesor eterno que nos quiere y nos cuida? Ante la injusticia ¿miramos hacia otro lado? ¿Somos coherentes para denunciar las violaciones de la dignidad humana?

D. José Vicente Vila  Castellar, OP

D. José Vicente Vila Castellar, OP
Fraternidad Laical Dominicana Torrent (Valencia)

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