Domingo 19 del Tiempo Ordinario / 10 de Agosto




 Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     12, 32-48

    Jesús dijo a sus discípulos:
    «No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino.
    Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla. Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón.
    Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.
    ¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos.
    ¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!
    Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.
    Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada».
    Pedro preguntó entonces: «Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?»
    El Señor le dijo: «¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si este servidor piensa: "Mi señor tardará en llegar", y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.
    El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo. Pero aquél que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente.
    Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más».

Palabra del Señor.


1. La Confianza en el Padre: "No temas, pequeño rebaño" (vv. 32-34)

Jesús comienza con una frase muy tierna: "No temas, pequeño rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino." (v. 32). Esta frase es un bálsamo para nuestros miedos. Jesús nos llama "pequeño rebaño", reconociendo que a menudo nos sentimos pequeños, frágiles y a veces temerosos. Pero nos recuerda que no debemos tener miedo, porque el Reino de Dios ya nos ha sido dado.

A continuación, nos da un consejo muy concreto: "Vendan sus bienes y den limosna." Nos invita a desprendernos de las cosas materiales y a "hacernos bolsas que no se estropeen, un tesoro inagotable en el cielo". Esto no significa que la riqueza sea mala, sino que no debemos poner nuestro corazón en ella. Jesús nos advierte: "Porque donde está el tesoro de ustedes, allí también estará su corazón." (v. 34). Nuestro corazón debe estar en el Reino de Dios, no en las cosas pasajeras de este mundo.


2. La Vigilancia y la Preparación (vv. 35-40)

Jesús nos insta a estar siempre listos para su regreso: "Manténganse con la cintura ceñida y las lámparas encendidas." (v. 35). Esto es una imagen de un siervo que está listo para servir a su amo en cualquier momento. Nos invita a vivir una vida de oración, de sacramentos y de caridad, como una lámpara que siempre está encendida.

La venida de Jesús es como la llegada del amo a una fiesta de bodas, que puede llegar en cualquier momento. Jesús nos dice: "Estén prevenidos, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada." (v. 40). Esto no es para que vivamos con miedo, sino con una dulce y gozosa espera. Cada día debe ser una preparación para encontrarnos con Él.


3. El Mayordomo Fiel y el Mal Mayordomo (vv. 41-48)

Pedro le pregunta a Jesús si esta parábola es solo para ellos o para todos. Jesús responde con la parábola del mayordomo fiel y sensato. El mayordomo fiel es aquel que cumple su misión y cuida de la casa del amo, incluso en su ausencia. Será recompensado por su fidelidad.

Pero el mayordomo infiel es el que se olvida de su deber, se entrega a los placeres y maltrata a los demás. Él será castigado duramente.

Esta parábola nos enseña que, a quienes se nos ha confiado más, se nos pedirá más. "Al que se le dio mucho, se le reclamará mucho; y al que se le confió mucho, se le exigirá mucho más." (v. 48). Todos tenemos una misión en el Reino de Dios. Para unos, puede ser una misión grande; para otros, una misión más sencilla. Pero todos somos llamados a ser "mayordomos fieles" de los dones que Dios nos ha dado.


Reflexión para Nuestra Vida Hoy

  • ¿Dónde está mi corazón? ¿Está en las cosas de este mundo o en Dios?

  • ¿Estoy preparado para el encuentro con Jesús? ¿Vivo mi vida como una lámpara encendida, listo para recibirlo?

  • ¿Soy un mayordomo fiel? ¿Estoy usando mis talentos, mi tiempo y mis recursos para servir a Dios y a los demás?

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