Lectura de la primera carta de san Juan 2, 1-5a




Hijos míos,
les he escrito estas cosas para que no pequen.
Pero si alguno peca,
tenemos un defensor ante el Padre:
Jesucristo, el Justo.
Él es la Víctima propiciatoria por nuestros pecados
y no sólo por los nuestros,
sino también por los del mundo entero.

La señal de que lo conocemos,
es que cumplimos sus mandamientos.
El que dice:
«Yo lo conozco»,
y no cumple sus mandamientos,
es un mentiroso,
y la verdad no está en él.
Pero en aquél que cumple su palabra,
el amor de Dios
ha llegado verdaderamente a su plenitud.

Palabra de Dios.


Quien dice: “yo le conozco” y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso. El mandamiento nuevo de Jesús es muy claro para los cristianos: “amaos unos a otros como yo os he amado”. Examinémonos en este mandamiento y si lo cumplimos podremos decir que conocemos a Jesús; si no, no. En este caso, no son las simples palabras, o la expresión de bellas ideas cristianas, sino que es la acción cristiana la que nos hace ser verdaderos conocedores de Jesús. Seguramente, que, a lo largo de la historia cristiana, han conocido a Jesús mejor los místicos que los teólogos. Unamos en nuestra vida las dos cosas: oración y contemplación cristiana con una verdadera vida cristiana. La contemplación y la acción cristianas deben caminar siempre juntas; divorciadas no forman un verdadero matrimonio cristiano.

Gabriel González del Estal

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