Liturgia - Lecturas del día

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 4,7-16:



Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados. Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él.

Palabra de Dios.


Amarnos. Todo un programa para la Iglesia, para nuestras familias, nuestros ambientes de vida y de trabajo, para la humanidad. Evoco esos lugares a mí alrededor o en el mundo donde falta el amor. Y ruego para que nazca y progrese. Todo acto de amor "viene de Dios" tiene su fuente y origen en el corazón de Dios.  Dios puede ser contemplado en el amor de una madre que ama a su hijo...en un niño que ama a sus padres...en el amor de un novio por su novia....de un esposo por su esposa... en el amor de un hombre que se desvela por sus compañeros de trabajo... ¿Y en mi vida? Sta Marta que supo manifestar su amor en servicio concreto nos ayude a imitarla.


SALMO RESPONSORIAL    33


R.    Bendigo al Señor en todo momento


Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias. R/.
El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.
Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada. R/.




  

Lectura del santo evangelio según san Juan 11,19-27



En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.»
Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.»
Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»
Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»

Palabra del Señor.


Creer en la resurrección dialogando con Jesús

Marta no sólo era solícita con sus huéspedes. Su amistad con Jesús la hacía capaz de interpelarlo con un leve reproche: “Si hubieras estado aquí…”. Pero Jesús no se ofende, sino que la lleva más lejos: “Tu hermano resucitará”. Es un diálogo sobre cosas trascendentes: la vida después de la muerte. Pero Marta declara que es un tema que ya ha asimilado y no es el que le preocupa en este momento. “Sé que resucitará en el último día” (esa era la convicción vigente entre los judíos de la época).
La novedad es lo que sigue a continuación: “Yo soy la resurrección y la vida…”. El diálogo sube de tono. Marta se encuentra con algo insólito, que la llenará de júbilo por sus consecuencias inmediatas (“Entonces, ¡mi hermano podrá resucitar ya!”). Pero, por encima de eso, la palabra de Jesús es para ella revelación de su verdadera identidad: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios”; es decir, mi hermano resucitará porque tú eres la Vida y donde estás tú está la vida que viene de Dios (recordemos que Juan había dicho, en la primera lectura: “Dios mandó al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él”).
Así, un diálogo de amistad con Jesús, un diálogo de amor con él es capaz de descubrirnos su más profunda identidad y, en consecuencia, nuestra más grande felicidad, la certeza del cumplimiento de nuestras más grandes aspiraciones.
Pregúntate hoy, delante de santa Marta: ¿Cómo es mi amor por los demás? ¿Me lleva a conocer a Dios? Y también: Mi amistad con Jesús, vivida en el diálogo con él, ¿me hace descubrir su verdadera identidad y, en ella, la certeza de una vida feliz?
Fray Emilio  García Álvarez
Fray Emilio García Álvarez
Convento de Santo Tomás de Aquino (Sevilla)

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