Liturgia - Lecturas del día



Lectura de la profecía de Joel
1, 13-15; 2, 1-2

¡Vístanse de duelo y laméntense, sacerdotes!
¡Giman, servidores del altar!
¡Vengan, pasen la noche vestidos de penitencia,
ministros de mi Dios!
Porque se ha privado a la Casa de su Dios
de ofrenda y libación.
Ordenen un ayuno,
convoquen a una reunión solemne,
congreguen a los ancianos
y a todos los habitantes del país,
en la Casa del Señor, su Dios,
y clamen al Señor.
¡Ah, que Día!
Porque está cerca el Día del Señor,
y viene del Todopoderoso como una devastación.

¡Toquen la trompeta en Sión,
hagan sonar la alarma en mi Montaña santa!
¡Tiemblen todos los habitantes del país,
porque llega el Día del Señor,
porque está cerca!
¡Día de tinieblas y oscuridad,
día nublado y de sombríos nubarrones!
Como la aurora que se extiende sobre las montañas,
avanza un pueblo numeroso y fuerte
como no lo hubo jamás,
ni lo habrá después de él,
hasta en las generaciones más lejanas.

Palabra de Dios.


Joel pide a los sacerdotes que sean especialistas en promover el encuentro del hombre con Dios, que sean expertos en vida espiritual. Sobre todo, lo  que esperamos de los sacerdotes, es que sean testigos de la sabiduría eterna contenida en la palabra revelada que ellos oran, estudian y proclaman. También deben proclamar el ayuno. Todos sabemos que el  ayuno corporal es importante para la persona, porque somos cuerpo y alma, y la disciplina del cuerpo, es importante para la vida espiritual, que siempre es vida encarnada en una persona que es cuerpo y alma. Ya que estamos permanentemente “bombardeados de imágenes y de palabras” podemos, practicar el ayuno de palabras y de imágenes, imponernos esta disciplina corporal y espiritual, crear en nuestro interior espacios de silencio, evitar las imágenes, para abrir nuestro corazón a la imagen verdadera de Dios, y, a la Verdad de su Palabra. No perdamos de vista que la vida ascética es una gracia, como lo es reconocer que tenemos necesidad de renovación, de cambio, de una trasformación de nuestro ser. Reconocer lo que en nuestra vida hay de equivocado, para prepararnos al perdón, dejarnos transformar. Este reconocimiento produce dolor, que es gracia porque es renovación, es obra de la Misericordia de Dios.


SALMO RESPONSORIAL                    9, 2-3. 6. 16.8-9

R.    El Señor gobierna al mundo con justicia.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón
y proclamaré todas tus maravillas.
Quiero alegrarme y regocijarme en ti,
y cantar himnos a tu Nombre, Altísimo. R.

Escarmentaste a las naciones,
destruiste a los impíos
y borraste sus nombres para siempre.
Los pueblos se han hundido en la fosa que abrieron,
su pie quedó atrapado en la red que ocultaron. R.

Pero el Señor reina eternamente
y establece su trono para el juicio:
Él gobierna al mundo con justicia
y juzga con rectitud a las naciones. R.




    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas
11, 15-26

Habiendo Jesús expulsado un demonio, algunos de entre la muchedumbre decían: «Éste expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios». Otros, para ponerlo a prueba, exigían de Él un signo que viniera del cielo.
Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: «Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra. Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque -como ustedes dicen- Yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul. Si Yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces. Pero si Yo expulso a los demonios con la fuerza de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes.
Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras, pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita las armas en las que confiaba y reparte sus bienes.
El que no está conmigo está contra mí; y el que no recoge conmigo desparrama.
Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, vaga por lugares desiertos en busca de reposo, y al no encontrarlo, piensa: "Volveré a mi casa, de donde salí". Cuando llega, la encuentra barrida y ordenada. Entonces va a buscar a otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí. y al final, ese hombre se encuentra peor que al principio».

Palabra del Señor.


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Cuando no se quiere a una persona, no se cambia de opinión ni siquiera cuando cura a un endemoniado. Es el caso de Jesús.
Todos hemos sufrido en alguna ocasión esta circunstancia. ¡Cómo duele! Conociendo un poco a Jesús, podemos imaginar que le dolería más la dureza de corazón de sus compatriotas que el rechazo que él sufre.
“Señor, gracias por entregar tu vida por los que te rechazamos”
“Danos fuerza para entregarnos por los que nos rechazan”
“Perdona y cura nuestra dureza de corazón”

El Reino de Dios ha llegado a nosotros: Hoy Jesús sigue curando ciegos, rengos, mudos y toda clase de enfermos, del cuerpo y del alma. 

En el Evangelio de hoy, Jesús se encuentra a personas con el corazón cerrado. Esta oración, variante de otra de Helder Cámara, nos puede ayudar a estar abiertos:

Señor, abre mi corazón
a tu palabra y a tu amor.

Estar abierto es, ante todo,
salir de uno mismo.
Romper la coraza del egoísmo
que intenta aprisionarnos
en nuestro propio yo.

Estar abierto es dejar de dar vueltas
alrededor de uno mismo.
Como si ese fuera
el centro del mundo y de la vida.

Estar abierto es no dejarse encerrar
en el círculo de los problemas
del pequeño mundo al que pertenecemos.
Cualquiera que sea su importancia,
la humanidad es más grande.
Y es a ella a quien debemos servir.

Estar abierto no es devorar kilómetros,
atravesar los mares
o alcanzar velocidades supersónicas.
Es ante todo
acoger a los otros,
descubrirnos, ir a su encuentro.
escuchar nuevas ideas,
incluso a las que se oponen a las nuestras.
Es tener el aire de un buen caminante.

Señor, abre mi corazón
a tu palabra y a tu amor.


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