DOMINGO 3º DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO DOMINGO DE LA PALABRA DE DIOS





Lectura del libro de Isaías
8, 23b--9, 3

En un primer tiempo, el Señor humilló al país de Zabulón y al país de Neftalí, pero en el futuro llenará de gloria la ruta del mar, el otro lado del Jordán, el distrito de los paganos.
El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz. Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia, como se goza en la cosecha, como cuando reina la alegría por el reparto del botín. Porque el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su carcelero, todo eso lo has destrozado como en el día de Madián.

Palabra de Dios.


El profeta da ánimos a su pueblo con el anuncio de un futuro mucho mejor, precisamente para Galilea, la "Galilea de los gentiles", que era una región en que vivían bastantes paganos en medio del pueblo judío. Esta región, al norte y al oeste del lago de Galilea, fue la primera en ser conquistada y desterrados sus habitantes por los asirios, a mediados del siglo VIII AC. Era este en verdad un pueblo sumergido en tinieblas, falto de alegría y esperanza. Pero el profeta les anuncia tiempos mejores: de las tinieblas pasarán a la luz, de la tristeza a la alegría, de la esclavitud a la liberación. Todos nosotros somos frecuentemente país en tinieblas y andamos en sombras de muerte. Nos oprime el yugo de nuestros pecados y la vara de los que intentan equivocarnos. Si somos fieles al evangelio de Jesús, si proclamamos con valentía su Reino, él acrecerá en nosotros la alegría y aumentará en nosotros el gozo.


SALMO RESPONSORIAL                                                    26, 1.4. 13-14


R.    El Señor es mi luz y mi salvación.

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré?  R.

Una sola cosa he pedido al Señor,
y esto es lo que quiero:
vivir en la Casa del Señor
      todos los días de mi vida,
para gozar de la dulzura del Señor
      y contemplar su Templo.  R.

Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor.  R.




Lectura de la primera carta del Apóstol
san Pablo a los cristianos de Corinto
1, 10-14. 16-17

Hermanos:
En el Nombre de nuestro Señor Jesucristo, yo los exhorto a que se pongan de acuerdo: que no haya divisiones entre ustedes y vivan en perfecta armonía, teniendo la misma manera de pensar y de sentir. Porque los de la familia de Cloe me han contado que hay discordias entre ustedes. Me refiero a que cada uno afirma: «Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas, yo de Cristo».
¿Acaso Cristo está dividido? ¿O es que Pablo fue crucificado por ustedes? ¿O será que ustedes fueron bautizados en el nombre de Pablo? Felizmente yo no he bautizado a ninguno de ustedes, excepto a Crispo y a Gayo. Sí, también he bautizado a la familia de Estéfanas, pero no recuerdo haber bautizado a nadie más.
Porque Cristo no me envió a bautizar, sino a anunciar la Buena Noticia, y esto sin recurrir a la elocuencia humana, para que la cruz de Cristo no pierda su eficacia.

Palabra de Dios.




  Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo
4, 12-23

Cuando Jesús se enteró de que Juan Bautista había sido arrestado, se retiró a Galilea. Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafamaún, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías:
«¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí,
camino del mar, país de la Transjordania,
Galilea de las naciones!
El pueblo que se hallaba en tinieblas
vio una gran luz;
sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte,
se levantó una luz».
A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: «Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca».

Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores. Entonces les dijo: «Síganme, y Yo los haré pescadores de hombres». Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron.
Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó.
Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.
Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando la Buena Noticia del Reino y sanando todas las enfermedades y dolencias de la gente.

Palabra del Señor.


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?


 "Jesús comenzó a predicar diciendo: conviértanse, porque está cerca el Reino de los cielos. Las palabras de Jesús son muy claras; si no nos convertimos, no tendremos acceso al Reino de los cielos. La conversión es una condición necesaria para entrar en el Reino de Dios. Necesitamos convertirnos cada uno de nosotros en particular y necesita conversión la Iglesia entera, en general. Una Iglesia convertida del todo a Cristo sería una Iglesia santa y católica, una Iglesia una y plural. Igualmente, un mundo de personas convertidas a Cristo sería un mundo – Reino de Dios. La conversión es la principal tarea de nuestra vida. Toda nuestra vida debe ser conversión, purificación continua y constante de nuestra mente y de nuestro corazón. Nacemos inclinados al pecado; toda nuestra vida debe ser una lucha contra nuestro “hombre viejo”, para construir en nosotros el “hombre nuevo”, a imagen de Cristo. Eso es conversión..."


Gabriel González del Estal


En medio de nuestras ocupaciones cotidianas Jesús nos dice «sígueme». Los primeros discípulos responden generosamente y dejan las redes. Él mira hoy amorosamente nuestras vidas y nos llama. Él espera tu respuesta. Dios da una vocación a cada persona. La vocación es cómo Dios quiere hacerte feliz. Hay que responder para ser feliz.

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