Liturgia - Lecturas del día

 





 

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo

a los cristianos de Filipos

1, 1-11

 

Pablo y Timoteo, servidores de Cristo Jesús, saludan a todos los santos en Cristo Jesús, que se encuentran en Filipos, así como también a los que presiden la comunidad y a los diáconos. Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

Yo doy gracias a Dios cada vez que los recuerdo. Siempre y en todas mis oraciones pido con alegría por todos ustedes, pensando en la colaboración que prestaron a la difusión del Evangelio, desde el comienzo hasta ahora. Estoy firmemente convencido de que Aquél que comenzó en ustedes la buena obra la irá completando hasta el Día de Cristo Jesús.

Y es justo que tenga estos sentimientos hacia todos ustedes, porque los llevo en mi corazón, ya que ustedes, sea cuando estoy prisionero, sea cuando trabajo en la defensa y en la confirmación del Evangelio, participan de la gracia que he recibido.

Dios es testigo de que los quiero tiernamente a todos en el corazón de Cristo Jesús. Y en mi oración pido que el amor de ustedes crezca cada vez más en el conocimiento y en la plena comprensión, a fin de que puedan discernir lo que es mejor. Así serán encontrados puros e irreprochables en el Día de Cristo, llenos del fruto de justicia que proviene de Jesucristo, para la gloria y alabanza de Dios.

 

Palabra de Dios.



Una de las cartas "de la cautividad". Dirigida a la comunidad de una ciudad de Macedonia, en la actual Grecia. Colonia romana, se llamaba así porque la fundó Filipo II, el padre de Alejandro Magno, el siglo IV antes de Cristo. Primera ciudad europea evangelizada por Pablo, en su segundo viaje, hacia el año 49. Conservaba un recuerdo muy cariñoso de aquella comunidad, que colaboró y le ayudó en todo momento. La escribe porque, al saber que estaba detenido, le envían por medio de Epafrodito, tal vez dinero y ropa. Leemos el saludo, que firman Pablo y Timoteo. Se llaman "servidores de Cristo Jesús", mientras que a la comunidad "los santos en Cristo Jesús que se encuentran en Filipos". El saludo y la acción de gracias están llenos de alegría y cariño cordial, deseando que lo que ya tienen de bueno lo sigan manteniendo y vaya creciendo.


 

 

SALMO RESPONSORIAL                            110, 1-6

 

R.    ¡Grandes son las obras del Señor!

 

Doy gracias al Señor de todo corazón,

en la reunión y en la asamblea de los justos.

Grandes son las obras del Señor:

los que las aman desean comprenderlas. R.

 

Su obra es esplendor y majestad,

su justicia permanece para siempre.

Él hizo portentos memorables,

el Señor es bondadoso y compasivo. R.

 

Proveyó de alimento a sus fieles

y se acuerda eternamente de su alianza.

Manifestó a su pueblo el poder de sus obras,

dándole la herencia de las naciones. R.

 

 

 



    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

14, 1-6

 

Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Delante de Él había un hombre enfermo de hidropesía.

Jesús preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos: «¿Está permitido sanar en sábado o no?» Pero ellos guardaron silencio.

Entonces Jesús tomó de la mano al enfermo, lo sanó y lo despidió. Y volviéndose hacia ellos, les dijo: «Si a alguno de ustedes se le cae en un pozo su hijo o su buey, ¿acaso no lo saca enseguida, aunque sea sábado?»

A esto no pudieron responder nada.

 

Palabra del Señor.

 

Reflexión


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

En este evangelio Jesús muestra su poder, curando al enfermo, y su sabiduría, al hacer callar a los fariseos antes de que hablen.
            “Señor, haznos generosos y astutos, para hacer el bien”

Los fariseos tienen la tendencia de utilizar la ley para condenar a los demás y conocen todos los resquicios para cumplir la ley sin cumplirla. Jesús, en cambio utiliza la ley para hacer el bien y nunca se la salta en provecho propio, sólo cuando está en juego la vida de las personas. Se juega su fama (y su vida), por salvar, por dar vida a los que más sufren.

Jesús, Señor, hermano, amigo,
quiero arriesgar mi vida por amar, por servir, por liberar,
arriesgar contigo, siguiendo tu Evangelio.

No quiero ser conformista ni dejarme conducir
por criterios egoístas.
Quiero jugarme entero por la limpieza del alma,
por el amor verdadero,
por esa santa belleza del universo creado,
que nos confiaste a todos para su cuidado.
Y quiero ser caminante, peregrino,
creador humilde, criatura inteligente.

Escojo ir de la mano con los pobres de la tierra,
luchando por la justicia, por la paz de un mundo nuevo.
Te pido, Señor, tu Espíritu, soplo de tu alegría,
presencia de tu amor y fuente de mi energía,
Y la ayuda de tu Madre María,
mujer de esperanza, servidora creyente.
Amén.

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