Liturgia - Lecturas del día

 



Lectura del libro del Eclesiástico

51, 12-20a

 

¡Señor, te daré gracias y te alabaré!

Bendeciré el nombre del Señor.

En mi juventud, antes de andar por el mundo,

busqué abiertamente la sabiduría en la oración;

a la entrada del Templo, pedí obtenerla

y la seguiré buscando hasta el fin.

Cuando floreció como un racimo que madura,

mi corazón puso en ella su alegría;

mi pie avanzó por el camino recto

y desde mi juventud seguí sus huellas.

Apenas le presté un poco de atención, la recibí

y adquirí una gran enseñanza.

Yo he progresado gracias a ella:

al que me dio la sabiduría le daré la gloria.

Porque resolví ponerla en práctica,

tuve celo por el bien y no me avergonzaré de ello.

Mi alma luchó para alcanzarla,

fui minucioso en la práctica de la Ley,

extendí mis manos hacia el cielo,

y deploré lo que ignoraba de ella.

Hacia ella dirigí mi alma,

y, conservándome puro, la encontré.

 

Palabra de Dios.



La sabiduría tiene, en su inicio, un valor humano, compuesto de experiencia y de sentido común. Después se va coloreando progresivamente del elemento divino, poco a poco se encuentra y se va mezclando con la revelación. Al final, es un atributo divino, una propiedad que emana de Dios e invade provechosamente el mundo. El autor ha captado este movimiento de progresivo enriquecimiento, intuye y hace saber que sin sabiduría no se puede vivir.  Comprende que ésta viene de Dios, a quien expresa gratitud por el don recibido. Sin la sabiduría, falta el contacto con lo divino, la vida carece de sabor, se muestra insulsa. Con ella, por el contrario, encuentra su razón.


 

 

SALMO RESPONSORIAL                      18, 8-11

 

R.    ¡Tus preceptos alegran el corazón, Señor!

 

La ley del Señor es perfecta,

reconforta el alma;

el testimonio del Señor es verdadero,

da sabiduría al simple. R.

 

Los preceptos del Señor son rectos,

alegran el corazón;

los mandamientos ,del Señor son claros,

iluminan los ojos. R.

 

La palabra del Señor es pura,

permanece para siempre;

los juicios del Señor son la verdad,

enteramente justos. R.

 

Son más atrayentes que el oro,

que el oro más fino;

más dulces que la miel,

más que el jugo del panal. R.

 

 

 


    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Marcos

11, 27-33

 

Después de haber expulsado a los vendedores del Templo, Jesús volvió otra vez a Jerusalén. Mientras caminaba por el Templo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos se acercaron a Él y le dijeron: «¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿O quién te dio autoridad para hacerlo?»

Jesús les respondió: «Yo también quiero hacerles una pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas. Díganme: el bautismo de Juan Bautista, ¿venía del cielo o de los hombres?»

Ellos se hacían este razonamiento: «Si contestamos: "Del cielo", Él nos dirá: "¿Por qué no creyeron en El?" ¿Diremos entonces: "De los hombres"?» Pero como temían al pueblo, porque todos consideraban que Juan había sido realmente un profeta, respondieron a Jesús: «No sabemos».

Y Él les respondió: «Yo tampoco les diré con qué autoridad hago estas cosas».

 

Palabra del Señor.

 

Reflexión


Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Oh, Cristo Jesús, te reconozco por rey universal. Todo cuanto existe ha sido creado por ti. Ejerce sobre mí todos tus derechos. Renuevo mis promesas del bautismo renunciando a Satanás, a sus seducciones y a sus obras, y prometo vivir como buen cristiano. Muy en particular me comprometo a hacer triunfar, según mis medios, los derechos de Dios y de tu Iglesia. Jesucristo, te ofrezco mis pobres acciones para obtener que todos los corazones reconozcan y vivan tu mensaje de paz, de justicia y de amor. (Oración a Cristo Rey)



Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Los fariseos tuvieron gran dificultad en responder a la pregunta de Jesús. No era un acertijo complicado, en realidad, pero responder de un modo o de otro los involucraba personalmente. Y del mismo modo la pregunta hecha a Cristo le involucraba en el problema; tanto, que al final le costaría la cruz…

Vemos más concretamente esta pregunta a Jesús. ¿Con qué autoridad hace Cristo todo esto? En otro momento lo dirá abiertamente: «Yo soy Rey. Yo para esto he venido al mundo…» (Jn 18, 37) ¡Sí! ¡Cristo es un hombre con autoridad, Él es Rey! Su poder le viene de su Padre, que ha puesto todas las cosas en sus manos. Pero en este encuentro la pregunta queda sin responder…

?Cristo pudo haber resuelto las dudas y declarar su realeza divina desde el inicio. Pero quiere que sea yo mismo quien responda a la pregunta. Quiere ser Rey de hombres y mujeres libres, sometidos a Él no por violencia sino por la fuerza del amor. ¿Quiero que Cristo tenga esta autoridad sobre mí? ¿Me comprometo con mi respuesta? ¿Seré yo quien reconozca con mis actos que Cristo es Rey?

«La autoridad es regalo de Dios, viene solo de Él y Jesús se la da a los suyos: autoridad al hablar que viene de la cercanía con Dios y con la gente, siempre ambas juntas; autoridad que es coherencia, no doble vida. Y si un pastor pierde la autoridad, que al menos no pierda la esperanza, como Elí: hay siempre tiempo de acercarse y re despertar la autoridad y la profecía».
?(Homilía de S.S. Francisco, 9 de enero de 2018, en santa Marta).

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